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lunes, 1 de abril de 2019

El retorno de los brujos
analiza la posibilidad de que otras civilizaciones hayan florecido y caído sobre la Tierra, exponiendo datos e indicios que el tiempo transformó en mitos. Incluye un largo debate sobre las pirámides egipcias, la Isla de Pascua, las líneas de Nazca, los mapas de Piri Reis, o textos hindúes, entre otros. Hay notas sobre las civilizaciones demenciales vislumbradas por el escritor H.P. Lovecraft, y el mundo de la Tierra Media imaginado por J.R.R. Tolkien. Incluye una crítica ácida sobre la Alemania nazi como transformación de la base cultural y moral que permite explicar lo inexplicable. Se analizan los vínculos entre la elite nacionalsocialista y diversos cultos esotéricos, así como la creencia en mitologías y cosmogonías abominables que, en determinado punto, se transforman en la ciencia oficial. Valiéndose de El pueblo blanco (The white people) de Arthur Machen, miembro del Alba Dorada (Golden Dawn), donde se diferencia el mal absoluto de las pequeñas maldades castigadas por la ley, ilustran su posición. Los experimentos telepáticos organizados por la marina norteamericana en 1958 dan comienzo a un capítulo sobre parapsicología. Más allá de las curiosidades del libro, El retorno de los brujos plantea un cambio de paradigma, señalando que la realidad es mucho más compleja y sutil de lo que suponemos, y que nuestra percepción de los hechos está afectada por el reduccionismo racionalista, dejando poco margen a la imaginación. Lo fantástico es lo que subyace tras el mecanismo del sentido común, hijo del saber oficial. El “realismo fantástico” pretendía ser una especie de superrealismo, una integración de la poesía y de la ciencia, capaz de penetrar en las sombras de todos los misterios. Antes, en 1961, el éxito de El retorno de los brujos había llevado a Bergier y a sus colaboradores a editar una revista mensual sobre los mismos temas, llamada Planète, de cuyo primer número se publicaron 5000 ejemplares y tuvo cinco reediciones. En el momento de mayor venta, cada número sobrepasaba las 100 000 copias. No obstante el éxito inicial, la revista dejó de publicarse en 1968. Bergier fue un personaje público y notorio en su momento, que incluso llegó a ser caricaturizado por Hergé en el álbum de Tintín “Vuelo 714 para Sydney”, encarnando a Ezdanitoff, el estrambótico director de la revista Comète, supuestamente contactado por extraterrestres. En 1953, un amigo común puso en contacto a Jacques Bergier con Louis Pauwels, periodista y escritor humanista de tendencias místicas. Aunque aparentemente no tenían mucho en común, pronto surgió la amistad, y de ahí el proyecto de un libro en colaboración. Tal como ya he indicado, inicialmente la idea de Pauwels era escribir sobre la historia y la realidad de las sociedades secretas, pero Bergier lo convenció para ampliar los contenidos. Trabajaron juntos durante varios años. El material de trabajo era proporcionado por Bergier y la redacción final correspondía a Pauwels. El resultado final fue El retorno de los brujos, subtitulado Una introducción al realismo fantástico, que fue publicado por Gallimard en 1960.
El retorno de los brujos (original Le Matin des Magiciens) es el título de un libro publicado en 1960, subtitulado Una introducción al realismo fantástico.

Lo escribió Louis Pauwels, en colaboración con Jacques Bergier, y trataba temas entonces novedosos: supuestos fenómenos parapsicológicos, civilizaciones desaparecidas, el esoterismo y su conexión con el nazismo, etc. Pretendía dar comienzo a una nueva revolución cultural, y levantó una gran expectación. En los años 1960 y 1970 se vendieron más de 2 millones de ejemplares en francés y otros idiomas, publicándose la primera traducción al español en 1962. El libro El retorno de los brujos es un texto que, sin dudas, marcó una época, sobre todo las décadas del 60´y 70´ del siglo XX, cuando Jacques Bergier y Louis Pauwels lo escribieron, quizá con una intención de revolucionar toda la cultura de la época. Y podemos decir que estuvieron a punto de lograrlo. El libro recibió cientos de elogios, pero también numerosas críticas. Este libro cayó en mis manos hace muchos años, todavía durante la época franquista,  y ejerció una gran influencia en mí, abriéndome la mente  hacia temas relacionados con nuestro pasado y que generalmente son obviados por la comunidad científica.  A todos los que estén interesados en este tipo de temas, les recomiendo leer este magnífico libro. Tal como dijo Isaac Newton:  ”Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.  Tal como hemos indicado, en El retorno de los brujos podemos observar una mezcla muy interesante de alquimia, parapsicología, esoterismo y su relación con el nazismo, así como un amplio espacio dedicado a las civilizaciones perdidas, con especial hincapié en las pirámides de Egipto, la Isla de Pascua y los mapas de Piri Reis.

Según Louis Pauwels: “Este libro resume cinco años de búsqueda, en todos los sectores del conocimiento, en las fronteras de la ciencia y de la tradición. Me lancé a esta empresa claramente superior a mis medios, porque ya no podía seguir rechazando este mundo presente y por venir, que es, sin embargo, el mío. Pero de todos los extremos nace la luz. Habría podido encontrar más deprisa una vía de comunicación con mi época. Es posible que no haya perdido del todo mi tiempo marchando hasta el final de mi propio camino. Los hombres no encuentran lo que se merecen, sino lo que se les asemeja. Durante largo tiempo, busqué, como quería el Rimbaud de mi adolescencia, «la Verdad es un alma y un cuerpo». Y no lo logré. En la persecución de esta Verdad, perdí el contacto con las verdades pequeñas que hubiesen hecho de mí, no ya él superhombre al que llamaba con todo mi anhelo, sino un hombre mejor y más unificado de lo que soy. Sin embargo, aprendí cosas preciosas sobre el comportamiento profundo del espíritu, sobre los diferentes estados posibles de la conciencia, sobre la memoria y la intuición, que no hubiese aprendido de otra manera y que debían permitirme, más tarde, ver lo que hay de grandioso, de esencialmente revolucionario en la cumbre del espíritu moderno: la interrogación sobre la naturaleza del conocimiento y la necesidad apremiante de una especie de transmutación de la inteligencia. Cuando salí de mi nicho de yogui para lanzar una ojeada a este mundo moderno que condenaba sin conocerlo, percibí de golpe lo que tiene de maravilloso. Mi estudio reaccionario, a menudo lleno de orgullo y de odio, me fue útil en impedir mi adhesión a este mundo por su lado malo: el viejo racionalismo del siglo XIX, el progresismo demagógico. Me había impedido también aceptar este mundo como una cosa natural y, simplemente porque era el mío, aceptarlo en un estado de conciencia adormecida, como hacen la mayoría de las gentes. Con los ojos refrescados por mi larga permanencia fuera de mi tiempo, vi este mundo tan rico en fantasías reales supuestas. Mejor aún, lo que aprendía del siglo modificaba, haciéndolo más profundo, mi conocimiento del espíritu antiguo. Vi las cosas antiguas con ojos nuevos, y mis ojos eran también nuevos para ver las cosas nuevas“.
2
Charles Ragin
Sociólogo norteamericano, muy amigo de las matemáticas, es padre fundador del análisis cualitativo comparativo (qualitative comparative analysis), un método de investigación que mezcla cuantitativo y cualitativo a base de teoría de conjuntos, álgebra y análisis profundo de los casos. Esta metodología se emplea cada vez más en Sociología, Ciencia Política, Historia y otras disciplinas. Es propiamente el creador de un método de investigación que ha hecho renacer y catapultar la investigación comparativa, que ciertamente estaba decayendo.
1
Mark Granovetter
Si hubiera estudiado economía ya le habrían dado el Premio Nobel de Economía por la influencia enorme de su obra. Ha conseguido algo inaudito: los dos artículos más citados hechos por un sociólogo son suyos “La Fuerza de los Vínculos Débiles” y “Economic Action and Social Structure: The Problem of Embeddedness”. Este norteamericano, profesor de la Universidad de Stanford, ha subrayado la relevancia de las redes en las acciones económicas y la importancia de las relaciones más alejadas o menos intensas (vínculos débiles) en el logro de recursos como trabajo o el éxito de acciones colectivas. Escribe poco, pero aquello que hace marca tendencia en todas las ciencias sociales, es muy citado en economía, teoría organizacional, management y análisis de redes. Su obra tiene una gran virtud: leyendo sus textos se te ocurren ideas, algo no fácil de conseguir. Prueba de ello es que es muy citado, lo que significa que al leer su obra muchos autores se inspiraron.
6
Erving Goffman
Canadiense de nacimiento, este sociólogo es más un clásico que un contemporáneo, pero es incluido en este ránking ya que su obra sigue siendo actual y relevante para estudiar las instituciones, las interacciones y el comportamiento. Su obra clave es La presentación de la persona en la vida cotidiana, donde señala que llevamos una máscara que vamos cambiando según la situación. Es uno de los libros más citados de la sociología. Además, Goffman se recluyó en un psiquiátrico para entender las instituciones totales como hospitales y cárceles. Si hablamos de identidad hemos de pasar por Goffman, o si investigamos discursos,comunicación o movimientos sociales usando frame analysis hemos de leerlo.
5
Luc Boltanski
Sociólogo francés, muy ligado a la filosofía como toda la Sociología en Francia, ha desarrollado, junto a Laurent Thévenot, la teoría que toda justificación se basa en unos mundos u órdenes de valor. Cualquier argumentación que usamos se basa en un mundo cívico, doméstico, industrial, de fama, de inspiración o de mercado. Muy recomendable su libro De la Justification, algo complicado de entender en la primera lectura pero te ayuda a comprender mejor la moral, los discursos, los libros, incluso la publicidad y las negociaciones. En el enlace anterior puedes leer el capítulo 1. Tendrá un gran influencia cuando sea traducido al español. También destacada su obra El nuevo espíritu del capitalismo junto a Ève Chiapello, donde se señalan las nuevas bases críticas del capitalismo y ayuda a ver cómo la oposición al capitalismo ha fracasado por estar separada de movimientos culturales y artísticos.
4
Pierre Bourdieu
Ha hecho tanto en tantos aspectos que siempre que investigamos un tema en Sociología ya sea en organizaciones, profesiones, clase social, movimientos sociales, elites, moda, arte, política o economía nos encontramos con su nombre y alguna obra suya. Destacan sus teorías del habitus en La Distinción y los diversos capitales en "Las Formas del Capital".
3
Robert Putnam
Este sociólogo se dio cuenta que en EEUU la gente había perdido los lazos comunitarios y no participaba de organizaciones, se caía el civismo y confianza social, y todo ello era una de las causas principales de la pérdida de democracia en el país. Putnam titula su obra señalando que “jugar solo a los bolos” es indicador del “declive del capital social” (Bowling Alone: America’s Declining Social Capital). Aunque empezó investigando sus tesis en EEUU, probó sus teorías de capital social en diversos lugares y escenarios. El concepto de capital social es uno de los más usados y que más ha crecido en los últimos años en Sociología y Ciencia Política, y este crecimiento se debe en gran parte a la obra de Putnam. Los trabajos posteriores creados a partir de la obra de Putnam han influido enormemente políticas sanitarias, educativas, económicas y criminales, ya que se ha demostrado en muchos casos el impacto del capital social en la reducción de enfermedades, creación de capital humano, desarrollo económico y reducción de la criminalidad.

10
Saskia Sassen
Holandesa de nacimiento, esta socióloga es archiconocida por sus trabajos sobre las ciudades globales (La Ciudad Global). No es la primera ni la mejor descriptora de la globalización, pero sí aquella que ha estudiado sus efectos en las ciudades y ha tenido un impacto altísimo más allá de la Sociología. Su trabajo es escuchado por geógrafos, políticos, constructores y diseñadores. Aunque no la hayas leído has escuchado su nombre. Tiene un escrito recomendable sobre el futuro de la sociología Una sociología de la globalización.
9
Walter Powell
Conocido como Woody Powell este sociólogo de la Universidad de Stanford es junto a Paul J. DiMaggio impulsor del nuevo institucionalismo. Se pregunta por qué las organizaciones de un sector son tan parecidas y señala que hay isomorfismo, una especie de imitación debida entre otras cosas a aspectos cognitivos en la formación de los profesionales. Al pasar por las mismas instituciones, los directivos desarrollan esquemas mentales parecidos que les lleva a aplicar estrategias similares. Su artículo “The Iron Cage Revisited” es uno de las obras sociológicas más citadas.
8
John Scott
Británico que se ha dedicado a estudiar a las elites, el poder y las redes sociales. Ha mostrado los mecanismos que utilizan las elites para organizarse y dominar. Más que crear teorías famosas John Scott se ha dedicado a resucitar los estudios del poder y a dar claridad y forma al análisis de redes sociales. Esta resurrección de las elites y claridad del análisis de redes han hecho que sea ampliamente leído y comentado dentro de la sociología si se quiere investigar sobre elites o redes. Enlace a sus publicaciones.
7
Manuel Castells
Su principal obra La era de la información es un ancla sobre la que se comienza a hablar de la sociedad de la información. Este sociólogo español señala que la información es el eje sobre el que se estructura la sociedad contemporánea y los países. Ha conseguido mucha influencia en todas las ciencias sociales y es muy popular por sus conferencias sobre movimientos sociales y tecnología.

martes, 8 de enero de 2019

RELACIONES HISTÓRICAS ENTRE LA FÍSICA Y LA SOCIOLOGÍA
Claudio Rubio A.
 
Por otra parte la separación entre ciencias sociales y ciencias naturales ha sido un
 
tema siempre presente en la epistemología, si consideramos que su objeto es el
 
conocimiento científico, desde la separación hecha por Windelband entre ciencias con una
 
epistemología nomotética (búsqueda de leyes físicas) e idiográficas (que destacan la
 
particularidad de los fenómenos sociales) hasta las actuales corrientes realistas que abogan
 
por la unidad epistemológica de ambas áreas. Muchas tendencias tratan este problema y en
 
la actualidad no se da la excepción, existiendo distintos puntos de vista al respecto.
 
Los fundamentos de la ciencia moderna tienen su origen en la física como
 
disciplina, a finales del renacimiento, con los descubrimientos astronómicos y físicos de
 
Copérnico, Galileo y Kepler, los cuales fueron cimentados teórica y filosóficamente por
 
Newton, marcando el camino para el posterior desarrollo de la ciencia hasta bien entrado el
 
siglo XX, pero también marca el comienzo de la división entre las llamadas “dos culturas”,
la ciencia por un lado con una base empírica, y la filosofía y las humanidades por otro, en el
lado del conocimiento y razonamiento sin una base y resultados pragmáticos como su
contraparte. Respecto a los cambios paradigmáticos en las ciencias naturales, lo que ha
caracterizado a la ciencia moderna (a partir de la época de la Ilustración) –más
específicamente a la ciencia occidental, a diferencia de otras formas de hacer ciencia, como
 
la ciencia china o la ciencia india- es el descubrimiento de “leyes naturales”, siendo el   
deterministas y reversibles donde el futuro y el pasado cumplen la misma función. No es
 
novedad que la interpretación de la Teoría General de la Relatividad de Einstein y su
 posterior desarrollo reemplazó la cosmología –el orden y explicación del Universo- de

Laplace, basada en Newton; o que los actuales conocimientos en biología y genética son

más avanzados que los postulados de Darwin y Mendel en el siglo XIX, en realidad esto

está referido a “adelantos” o avances de la ciencia, sin embargo estas dos características,

determinismo y reversibilidad, en general se han mantenido. En este sentido, al cambio al

que apunta esta investigación, más que a los avances en la ciencia, tienen que ver con los

cambios en los mismos fundamentos de la ciencia -epistemológicos- que se reformularon a

partir de nuevos descubrimientos y teorías. El impacto de estos cambios, producidos

principalmente en el siglo XX, es de tal trascendencia que llega a marcar un quiebre con la

ciencia moderna, o visión clásica de la ciencia, abriendo paso a un nuevo tipo de ciencia,

mucho más compleja que su antecesora, con una nueva disposición en cuanto a aceptar

elementos, conceptos e ideas que antes era imposible que se incluyeran dentro de ella, por

sus mismas características fundamentales.
 

Es en este contexto de división entre estas dos grandes áreas, cuando en vista de la

necesidad de sistematizar el conocimiento acerca de los seres humanos y su

comportamiento, donde surgen institucionalmente las ciencias sociales en el siglo XIX,

basadas en la física y con una clara tendencia a adoptar el modelo newtoniano de las

ciencias –dado principalmente por su triunfo sobre la filosofía en la época- aunque con

elementos de ambas áreas: en las ciencias sociales se hacían presentes elementos propios de

los seres humanos que para las ciencias eran inadmisibles: la historia, el pensamiento, la

contingencia, la indeterminación. Si bien en este sentido en un comienzo se tendió hacia el

positivismo, existieron tendencias contrarias, y en la mayoría de las áreas de las ciencias

sociales y específicamente en la sociología, a partir del siglo XX la situación para estas

cambió radicalmente, estableciéndose nuevas teorías dadas tanto por los cambios a nivel

disciplinario e institucional, como también dado por los cambios en la misma sociedad para

la cual fueron concebidas. De esta forma llegamos a la situación actual donde se presentan

distintas tendencias, tanto a nivel teórico, como de las mismas epistemologías que sustentan

estas formas de conocimiento.