Vistas de página en total

lunes, 2 de mayo de 2011

Sociología fenomenológica

La sociología fenomenológica es el estudio de las estructuras formales de la existencia social concreta según lo hecho disponible en y con la descripción analítica de actos del sentido intencional. El “objeto” de tal análisis es el mundo vivido significativo de la vida diaria: el “Lebenswelt”, o Vida-mundo (Husserl: 1989). La tarea, como la de cada otra investigación fenomenológica, es describir las estructuras formales de este objeto de la investigación en términos subjetivos, como objeto-constituir-en-y-para-sentido (Gurwitsch: 1964). La que hace tal descripción diferente de las descripciones subjetivas “ingenuas” del hombre medio, o las del tradicional, científico social del positivist, es la utilización de métodos fenomenológicos.

El autor principal de la sociología fenomenológica era Alfred Schutz [1899-1959]. Schutz intentó proporcionar una fundación filosófica crítica para la sociología interpretativa de Weber máximo con el uso de los métodos fenomenológicos derivados de las investigaciones fenomenológicas transcendental de Edmund Husserl [1859-1938]. El trabajo de Husserl fue dirigido en establecer las estructuras formales del sentido intencional. El trabajo de Schutz fue dirigido en establecer las estructuras formales del Vida-mundo (Schutz: el an o 80). El trabajo de Husserl fue conducido como phenomenology transcendental del sentido. El trabajo de Schutz fue conducido como phenomenology mundano del Vida-mundo (Natanson: 1974). La diferencia en sus proyectos de investigación miente en el nivel del análisis, los objetos tomados como asuntos del estudio, y el tipo de reducción fenomenológica que se emplee para los propósitos del análisis.

En última instancia, los dos proyectos se deben considerar como complementarios, con las estructuras del último dependiente en las estructuras del anterior. Es decir, las descripciones fenomenológicas válidas de las estructuras formales del Vida-mundo deben ser enteramente constantes con las descripciones de las estructuras formales del sentido intencional. Es del último que el anterior deriva su validez y valor de verdad (Sokolowski: 2000).

La relación fenomenológica con la sociología del conocimiento proviene dos fuentes históricas dominantes para los análisis de Mannheim: [1] Mannheim era dependiente en las penetraciones derivadas de las investigaciones fenomenológicas de Husserl, especialmente la teoría del significado según lo encontrado en las investigaciones lógicas de Husserl de 1900/1901 (Husserl: 2000), en la formulación de su trabajo metodológico central: “En la interpretación de Weltanschauung” (Mannheim: 1993: vea fn41 y fn43) - este ensayo forma la pieza central para el método de Mannheim de comprensión histórica y es central a su concepto de la sociología del conocimiento como programa de investigación; y [2] el concepto de “Weltanschauung” empleado por Mannheim tiene sus orígenes en la filosofía hermeneutic de Wilhelm Dilthey, que confió en la teoría de Husserl del significado (arriba) para su especificación metodológica del acto interpretativo (Mannheim: 1993: vea fn38).

Es también significativo que el análisis de Husserl de las estructuras formales del sentido, y el análisis de Schutz de las estructuras formales del Vida-mundo están pensados específicamente para establecer las fundaciones, en el sentido, para la comprensión y la interpretación de un mundo social que esté conforme a cambio cultural e histórico. La posición fenomenológica es que aunque el facticity del mundo social puede estar cultural e históricamente no son el pariente, las estructuras formales del sentido, y los procesos por los cuales venimos saber y entender este facticity. Es decir, la comprensión de cualquier mundo social real es inevitable dependiente en entender las estructuras y los procesos del sentido que encontraron, y constituyen, cualquier mundo social posible.

Alternativamente, si el facticity del mundo social y las estructuras del sentido demuestran estar cultural e históricamente pariente, entonces somos en una callejón sin salida en vista de cualquier comprensión científica significativa del mundo social cuáles no son subjetivos (en comparación con ser objetivo y puesto a tierra en la naturaleza [positivism], o intersubjective y puesto a tierra en las estructuras del sentido [phenomenology]), y concerniente a las formaciones culturales e ideational de los individuos concretos particulares que viven en un grupo socio-histórico particular.

http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Sociology_of_knowledge#Karl_Mannheim

BIBLIOGRAFÍA:
Alfred Schutz, papeles recogidos V.I, Kluwer académico. 1982. Ensayos clásicos en teoría fenomenológica en relación a las ciencias sociales.
Alfred Schutz, el Phenomenology del mundo social, ASCENDENTE del noroeste. 1967. Tentativa inicial de Schutz de tender un puente sobre el boquete entre el phenomenology y la sociología de Weberian.
Alfred Schutz, las estructuras del Vida-Mundo, ASCENDENTE del noroeste. 1980. Declaración programática final de Schutz de un phenomenology del Vida-mundo.
Edmund Husserl, la crisis de las ciencias europeas y Transcendental Phenomenology, ASCENDENTE del noroeste. 1989. La introducción clásica al phenomenology del padre del phenomenology transcendental.
Edmund Husserl, investigaciones lógicas [1900/1901], prensa de la humanidad, 2000.
Karl Mannheim, “en la interpretación de Weltanschauung”, en, de Karl Mannheim, prensa de la transacción del lobo de Kurt (ed.), 1993. Una colección importante de ensayos incluyendo este texto dominante.
Alfred Schutz, papeles recogidos V.I, Kluwer académico. 1982. Ensayos clásicos en teoría fenomenológica en relación a las ciencias sociales.
Alfred Schutz, el Phenomenology del mundo social, ASCENDENTE del noroeste. 1967. Tentativa inicial de Schutz de tender un puente sobre el boquete entre el phenomenology y la sociología de Weberian.
Alfred Schutz, las estructuras del Vida-Mundo, ASCENDENTE del noroeste. 1980. Declaración programática final de Schutz de un phenomenology del Vida-mundo.

Karl Mannheim


Los filósofos políticos alemanes Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) discutido adentro Dado Deutsche Ideologie (1846, Ideología alemana) y a otra parte esa gente ideologías, incluyendo su creencia y opiniones sociales y políticas, se arraigan en su clase intereses, y más ampliamente en las circunstancias sociales y económicas en las cuales viven: “Es los hombres, que en desarrollar su cópula material, cambie, junto con esta su existencia verdadera, su pensamiento y los productos de su pensamiento. La vida no es determinada por el sentido, sino el sentido por vida " (Marx-Engels Gesamtausgabe 1/5).

Bajo influencia de esta doctrina, y de Phenomenology, el sociólogo alemán húngaro-nacido Karl Mannheim (1893-1947) dio ímpetu al crecimiento de la sociología del conocimiento con el suyo Und Utopie de Ideologie (1929, traducido y extendido en 1936 como Ideología y Utopía), aunque el término había sido introducido cinco años anterior por el co-fundador del movimiento, del filósofo alemán, del phenomenologist y del teórico social Scheler máximo (1874-1928), adentro DES Wissens de Soziologie del einer del zu de Versuche (1924, Tentativas en una sociología del conocimiento). Mannheim temió que esta interpretación se podría ver para demandar que todo el conocimiento y creencia son los productos de fuerzas sociopolíticas desde esta forma de relativism uno mismo-está derrotando (si es verdad, entonces es también simplemente un producto de fuerzas sociopolíticas y no tiene ninguna demanda a la verdad y ninguna fuerza persuasiva).

Mannheim creyó que el relativism era una mezcla extraña de la creencia moderna y antigua en que contuvo dentro de sí mismo una creencia en una verdad absoluta que era verdad para todas las veces y lugares (la visión antigua lo más a menudo posible asociada con Platón) y condenado otras demandas de la verdad porque no podrían alcanzar este nivel de la objetividad (una idea espigó de Marx). Mannheim intentó escapar este problema con la idea del “relationism”. Ésta es la idea que ciertas cosas son verdades solamente en las ciertos épocas y lugares (una visión influenciada cerca pragmatismo) sin embargo, esto no los hace menos verdades. Mannheim se sentía que podría un estrato de los intelectuales libre-flotantes (quiénes él demandó fue anclado solamente libremente a la estructura de clase de la sociedad) realiza lo más perfectamente posible esta forma de verdad creando una “síntesis dinámica” de las ideologías de otros grupos.

http://www.worldlingo.com/ma/enwiki/es/Sociology_of_knowledge#Karl_Mannheim

martes, 5 de abril de 2011

Del sentimiento complejo del pensar. Ideas sobre la cognición y la política

Conocer algo significa interesarse por algo. Enfocar un objeto con la atención necesaria, movilizando toda nuestra biología para incorporarlo, comprenderlo esquemáticamente o incluso ser capaces de determinar sus reglas. Ese conjunto de notas que completan su definición. El interés nos traslada al dominio del sentir. Emociones y sentimientos, reguladores biológicos que nos conectan al mundo -interno y externo-, son los mecanismos que movilizan nuestro interés hacia algo. Y a la vez, son también los que reciben los estímulos producidos por toda actividad cognoscitiva - y por extensión, del vivir- que, necesariamente resulta indispensable para sobrevivir y alcanzar bienestar.

Con lo expuesto, no se pretende dar una visión irracional o sensualista sobre los complejos procesos que intervienen en el cuerpo para producir actos cognitivos, sino darle la vuelta a un mal entendido cartesianismo, deteniéndonos un poco antes del conocido "pienso, luego existo", y reflexionar sobre un "soy, luego pienso", capaz de superar el dualismo mente-cuerpo. Porque hoy en día, hablar sobre el hombre desde la filosofía, es elaborar un discurso que contemple los nuevos conocimientos y aproximaciones que se derivan de la actividad científica. Del mismo modo, hacer ciencia desde aproximaciones filosóficas siempre ha resultado ser muy estimulante como lo vuelven a demostrar las últimas investigaciones del neurobiólogo Antonio Damasio al reactualizar las visiones de Spinoza.

Estar vivos y ser conscientes de ello es lo que nos sucede a nosotros seres humanos en el lenguaje. Aunque esto que acabamos de decir debe ser enmarcado dentro de una coderiva ontogénica y filogénica de nuestra especie junto con lo vivo. Estar vivo entonces, es estarlojunto a más seres vivos, y aceptar que nuestras vidas dependen de la de los demás. Vivimos en lugares de costumbres entrelazados emocionalmente por signos y significados que nos ven nacer, vivir y morir. Signos y significados que viajan entre la herencia de nuestras culturas, gracias al particular uso que hacemos del lenguaje, y que nos permiten ir más allá del puro sobrevivir para buscar distintas formas de bienestar. La naturaleza en ese sentido, nos ha dotado de unos órganos sobradamente capacitados para alcanzar la supervivencia, reproducirnos e incluso sentir los más sutiles placeres del arte.

Estar vivos como humanos dentro de la vida, nos permite ser usuarios competentes del lenguaje y heredar de las tradiciones culturales a las que pertenecemos, lenguas en las que expresarnos públicamente y proferir conocimiento. Pero para hacer un uso competente del lenguaje vuelve a ser imprescindible estar implicados en algo. Sentir.

Este itinerario que empieza en la autoconciencia del estar vivos como hombres, sigue a través del estudio fenomenológico de las emociones y sentimientos, y continúa por las disposiciones más abstractas de nuestras capacidades cognitivas como puede ser el uso del lenguaje para producir actos complejos de pensamiento, es el argumento central de este trabajo. En sus periferias, intentaremos abordar algunas ideas de Walter Benjamin sobre la imagen, y las relaciones entre mente y mercado dentro de una deconstrucción crítica del capitalismo tardío.

La imaginación: raíz común de nuestras facultades cognitivas

Si, con los conocimientos que tenemos hoy sobre los procesos cognitivos de nuestra mente, leemos atentamente la Crítica del Juicio -o facultad de juzgar-, nos daremos cuenta de que muchas intuiciones kantianas sobre nuestra forma de conocer, están resultando ser compatibles con las últimas ideas de las neurociencias. La imaginación en Kant, juega un papel crucial en su relación con las demás facultades cognoscitivas, a la hora de producir universales -esquema-, estableciendo el enlace necesario entre la sensibilidad y el entendimiento. Claro que hay toda una interpretación kantiana dedicada a enfatizar la marcada frontera que el pensador estableció entre lo racional y lo emocional -demasiado encarnado y pasivo para la visión de Kant-, pero no por ello puede ignorarse la importancia del sentimiento de placer/displacer en los procesos cognitivos, ni la centralidad de la imaginación, raíz común entre el conocimiento puro y práctico, dentro de su fundamentación trascendental.

Parece pertinente establecer un lazo entre una determinada lectura de la obra crítica kantiana y los últimos descubrimientos que las imágenes cerebrales nos están desvelando. El haber situado su última crítica, la del Juicio, al centro de la razón pura y de la razón práctica, aquello que nos es legítimo conocer y aquello que nos es legítimo decidir, hace del puro reflexionar la desconocida raíz común necesaria para emitir juicios y poder también determinarlos. Y eso es lo que continuamente hacemos o deberíamos hacer para vivir preferiblemente en el bienestar.

Dentro de esta lectura kantiana, no deja de sorprender el lugar central que ocupan los juicios estéticos y muy especialmente el faktum de la belleza en nuestras capacidades de conocer. Su investigación minuciosa acerca de las mismas condiciones de posibilidad de que pueda existir el conocimiento, la teleología de la naturaleza, le hará pensar sobre el estado cognitivo -placentero- del puro reflexionar, que no es otro estado que el de una búsqueda sin fin de figura, imagen, que no llega a determinarse, la belleza. Un estado de máxima actividad donde la imaginación entrelaza la sensibilidad y el entendimiento para crear figuras. El momento estético necesario para poder incluso imaginarse los conceptos científicos más complejos-, el eureka del genio que hace la regla.

Es en la crítica del gusto donde Kant establecerá, a mi parecer, una clara frontera entre lo puramente carnal -sensible [agradable/desagradable]- y lo que pertenece al libre juego entre el entendimiento y la sensibilidad, los juicios estéticos. En la legitimación del discurso estético, y la posibilidad de que sea universalizable, en la producción de imágenes que pueden ser compartidas, la posibilidad de compartir sentidos, Kant encuentra también la misma posibilidad de que haya conocimiento. El hecho de que las cosas en la naturaleza puedan ser comprensibles, conceptualizables. Y visto desde esta perspectiva, el puro reflexionar deviene imprescindible para poder determinar.

La imagen como tecnoestética: emoción y discurso político

Las reflexiones que W. Benjamin ha dejado escritas en relación a la obra de arte, la imagen, e incluso la fotografía, en un contexto histórico-político embriagado por las ideas del fascismo, nazismoy estalinismo, también subrayan el potencial cognitivo y, consecuentemente político, de las experiencias culturales tecnológicamente mediadas, haciendo un análisis que le lleva a preguntarse finalmente por el empobrecimiento de la experiencia en la modernidad. Su advertencia de que "El fascismo es una violación del aparato técnico", dentro de su argumentación crítica contra la estetización de la política, nos alerta del intento político de modificar el sensorium común para proyectar la imagen individual en un cuerpo social capaz de alienar al hombre y hacerle gozar ante su propia autodestrucción. La exaltación de la guerra como algo bello, como obra de arte total, fue también una experiencia literaria de los futuristas italianos (Marinetti), y en cierto modo la base de la crítica de Adorno a la estética wagneriana. Benjamin dirá: "Todos los esfuerzos por un esteticismo político culminan en un solo punto. Dicho punto es la guerra." Pero, ¿qué entiende Benjamin por modificación del sensorium? Y sobre todo, ¿por qué el discurso político se traslada a un discurso estético?

Si pensamos ahora en las posibilidades tecnológicas que el sistema capitalista contemporáneo concentra y distribuye al mercado, si pensamos en términos de biopolítica y control sobre la misma vida que los poderes ejercen sobre las poblaciones, si le añadimos lo que Richard Sennett llama la cultura del nuevo capitalismo caracterizada por la fragmentación de la experiencia, la desintegración de lo social, la cultura de la superficialidad, o lo que Zygmunt Bauman llama la modernidad líquida, podemos hacernos una idea de cómo se está desmembrando en la actualidad lo que Emile Durkheim entendía por cuerpo social. Los valores propagados por la publicidad, la cultura de la distracción, la pedagogía del videojuego, la moda y el control estético, modifican y atrofian nuestras capacidades cognitivas y son intencionalmente utilizados para alterar nuestros sistemas de creencias y conocimientos con fines puramente economicistas y políticos.

La imaginación como facultad de producir imágenes propias, imprescindibles para seguir reflexionando lingüísticamente y mantener nuestra coherencia estructural interna y externa en la narración cognoscitiva que se expande a través de la conciencia del ser central y del ser autobiográfico de Damasio, deviene necesaria para producir pensamiento libre y recuperar el protagonismo de la autonomía personal reapropiándonos de la experiencia. La verdadera culminación de la modernidad.

Edgar Morin

Notas Acerca de La Construccion Social de la Realidad

La sociedad como realidad objetiva

Para Berger y Luckmann, la sociología del conocimiento debe ocuparse en cómo ese conocimiento interpreta y construye la realidad, fundamentalmente la realidad de los procesos de vida cotidiana. En primer lugar, comienzan este trabajo desde una perspectiva filosófica, a través de un análisis fenomenológico de la vida cotidiana.

Los autores destacan cinco elementos fundamentales que estructuran la tríada realidad interpretada/significado subjetivo/mundo coherente: a) la conciencia, que define la intención y la búsqueda de objetos; b) el mundo intersubjetivo, que se comparte con los demás; c) la temporalidad, como carácter básico de la conciencia (orden temporal); d) la interacción social, que crea esquemas tipificadores; e) el lenguaje, como elemento clave objetivo (externo al individuo) que facilita la estructuración del conocimiento en términos de relevancia.

Berger y Luckmann se confiesan en diversos momentos deudores de las teorías de Mead, y en especial de la formación del yo humano. El ser humano se forma en interacción con su ambiente cultural y el orden cultural y social. El orden social, sin embargo, no es considerado como externo e impuesto al individuo, sino que aparece a través de una relación dialéctica con éste, como producto humano. La realidad institucionalizada tiene su origen, por tanto, en la tendencia a la habituación del ser humano, tendencia que, por una parte, le facilita estabilidad y, por otra, innovación constante, pues le evita dedicar su esfuerzo a tareas triviales y repetitivas. Esta institucionalización conlleva la tipificación recíproca de acciones entre los actores, hasta llegar a convertirse en una forma de control social. Posteriormente, este comportamiento institucionalizado se reifica, es decir, se experimenta como una realidad objetiva, externa a la voluntad del individuo. En síntesis, los autores destacan tres momentos básicos en este proceso: la sociedad es un producto humano; la sociedad es una realidad objetiva; el hombre es un producto social.

Pero para que esta institucionalización se haga efectiva, es indispensable la existencia del lenguaje, es cual "sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística"; el lenguaje, por tanto, constituye la base más estable del conocimiento y del medio por el que el mismo se distribuye colectivamente: facilita su comprensión y asimilación.

El conocimiento, desde esta perspectiva, determina el nivel de integración existente en un orden institucional dado: "constituye la dinámica motivadora del comportamiento institucionalizado, define las áreas institucionalizadas del comportamiento y designa todas las situaciones que en ellas caben". En este sentido, los roles aparecen como modos de conducta tipificados y, lo que quizá es más importante, como "realización de la distribución social del conocimiento", al concentrarse en determinado tipo de roles el acceso a cierta clase de conocimiento especializado.

El conocimiento institucionalizado, pues, no se impone de igual forma sobre el conjunto de individuos; además, existe una relación dialéctica entre conocimiento y base social, lo que a menudo da lugar a diversos subuniversos de significado dentro del conjunto social. A este respecto, es muy importante el segundo de los elementos básicos que Berger y Luckmann señalan en la construcción de la realidad objetiva: la legitimación.

También aquí el lenguaje cumple una función imprescindible: como forma de extender la comprensión y el sentido de la realidad de una manera consistente y coherente con la realidad subjetiva de los individuos, y eso tiene lugar, fundamentalmente, a través de la creación de universos simbólicos.
La institucionalización antes citada, para tener visos de permanencia, debe tener sentido, es decir poseer coherencia en sí misma ; pero, además, debe tener sentido subjetivo. La legitimación alcanza entonces cuatro niveles distintos, que los autores categorizan así: 1) un sistema de objetivaciones lingüísticas; 2) proposiciones teóricas en forma rudimentaria; 3) teorías explícitas del orden institucional: 4) universos simbólicos. Estos últimos son los que organizan coherentemente la posición que ocupa cada uno en el conjunto social, los roles a desempeñar, su propia identidad y el total de relaciones que constituyen la vida cotidiana. Los universos simbólicos construyen, además, determinados mecanismos que garantizan su permanencia: la mitología, la teología, la filosofía y la ciencia son algunos de los más importantes, y han jugado su papel en determinados períodos históricos. El poder en sí mismo, su capacidad para imponerse constituye otro mecanismo de mantenimiento; en este sentido, la ideología es para Berger y Luckmann un medio de mantenimiento que sirve a un interés de poder concreto.

La sociedad como realidad subjetiva

El segundo gran apartado del libro se centra en la sociedad como realidad subjetiva, comenzando por el modo en que esta realidad reificada es asumida por los individuos, lo que nos lleva inevitablemente al terreno de la socialización.
Berger y Luckmann diferencian dos procesos de socialización distintos, los cuales denominan primario y secundario. El primario, que tiene lugar durante los primeros años de vida, sirve de base para la comprensión del mundo como un todo compacto e invariable, así como para la comprensión de la vida como un sistema donde uno existe en relación con otros, donde el yo cobra sentido como yo social: asimismo, es una socialización filtrada, es decir, el individuo ocupa un espacio social concreto y en función del mismo y de las relaciones que conlleva se produce una identificación propia, una identidad.

Durante la socialización secundaria, el individuo internaliza submundos diferentes, tiene acceso al conocimiento de una realidad compleja y segmentada. Asimismo, no accede a todo el conocimiento, sino a una parte en función de su rol y posición social: el conocimiento también se segmenta. Esto último ocurre porque los medios de acceso al conocimiento se institucionalizan: es necesario aprender a través de cauces y procesos adecuados.

Esta segunda socialización corre el riesgo de convertir las internalizaciones anteriores en algo vulnerable, situación que se ve minimizada por la existencia de determinados medios de mantenimiento de la realidad, entre los cuales destaca la rutina diaria como afirmación del conocimiento de la vida cotidiana; no obstante, un cambio profundo en la realidad subjetiva puede tener lugar si se produce una reinterpretación radical de los hechos, lo que los autores denominan alternación, mediante un nuevo proceso socializador y legitimador.

La identidad del individuo, como conclusión, se perfila dentro de una realidad objetiva que, aunque es percibida por éste como algo externo, es en realidad un producto humano; surge de la relación dialéctica entre individuo y sociedad: "se forma por procesos sociales (...), es mantenida, modificada o aun reformada por las relaciones sociales".

Comentario personal

Peter Berger y Thomas Luckmann, tal como indican en la introducción, pretender sentar las bases de lo que, a su juicio, debe conformar el objeto de investigación de la sociología del conocimiento. Todos los anteriores estudios no han sido sino aproximaciones a aspectos concretos y parciales del mismo; no es hasta ahora cuando se inicia la auténtica dimensión propia del objeto de la disciplina: el análisis de la construcción social de la realidad Sin embargo, bajo mi punto de vista, la visión fenomenológica de Berger y Luckmann complementa otros trabajos realizados sobre el tema, a los que en modo alguno sustituye. Y cabe decir eso, fundamentalmente, de la obra de Mannheim Ideología y Utopía, que además de dar el primer gran impulso a la sociología del conocimiento, muestra un interés epistemológico (yo diría que el centro sobre el que gira la obra) que no se observa en ningún momento en el libro presente. Igualmente, el concepto de ideología trazado por Marx (concepto que Berger y Luckmann tratan muy de pasada, supuestamente integrado en las demás formas de conocimiento) es un elemento indispensable a considerar en cualquier aproximación a la disciplina en cuestión.

Por ello, creo que esta obra, La construcción social de la realidad, toma su verdadero sentido cuando se la inserta en el conjunto de aproximaciones que, desde posiciones y perspectivas distintas pero complementarias, ha tratado de abordar el complejo problema del conocimiento.

Peter Berger y Thomas Luckman

Algo sobre la sociología del conocimiento de Durkheim

Fundamental a Durkheim es siempre la dicotomía individuo-colectivo y la preeminencia de este todo social sobre aquél (en contra del empirismo atomista que daba prioridad al individuo), pudiendo establecer que la sociedad como síntesis sui generis impone conformidad moral y lógica a sus individuos miembros. El acto cognitivo será fundamentalmente social, elaborando como producto del tácito consenso una representación colectiva superior, exterior, lógicamente necesaria y moralmente coercitiva para el individuo, cuyas posibilidades cognitivas están limitadas a la psicofisiología de su organismo. Los individuos se ven impelidos a la acción, dirigido a lo social, gracias a la fuerza y a la eficacia de esas repre-sentaciones colectivas.

Por su eficacia simbólica, la representación colectiva siempre es verdadera, a pesar de atribuir con frecuencia propiedades falsas a las cosas desde un punto de vista objetivo. Las representaciones colectivas y las categorías conocimientos son plenamente reales, por cuanto rigen la vida colectiva, ante todo, porque la organización del mundo, la clasificación de las cosas, la unidad del conocimiento, es, en su fundamento, la clasificación, la organización de los hombres, la unidad de la sociedad. Las modalidades del pensamiento reflejan las formas sociales y dirigen la interrelación entre los hombres. Granet las llamaría "ideas directrices" del pensamiento, expresadas en la lengua (ya un producto social, para la socie-dad) y surgidas del intercambio social. En Halbwachs, los marcos colectivos de la memoria son los hitos (reales o imaginarios) de la historia de la sociedad, seleccionados y trastoca-dos según las significaciones sociales que se le carguen, resultando de ello un carácter nor-mativo del recuerdo. Si el pensamiento colectivo es memoria, es porque su función es la de servir como modelo ejemplar y determinante del enfrentamiento individual y colectivo a la realidad.

El énfasis en la función social, el funcionalismo, es apenas un aspecto de la concepción durkheimiana de la relación pensamiento-sociedad, pero un aspecto que penetra toda su teoría. La caracterización de la "teoría sociológica del conocimiento" de Durkheim bien puede exponerse a partir de la enumeración de sus "tesis": una "tesis heurística" donde las representaciones colectivas son los medios de la comunicación interindividual; una "tesis causal" y una "tesis estructuralista" para las que el orden social es causa del orden concep-tual colectivo, resultando éste estructuralmente similar al primero: las categorías lógicas son reproducción de las categorías sociales, el pensamiento reproduce la sociedad, y de allí que se señale a Durkheim como materialista; una "tesis funcionalista" según la cual las re-presentaciones colectivas, como instrumento necesario para la comunicación y el entendimiento y por ser reproductoras de la realidad social, aseguran y mantienen un mínimo de conformismo moral y lógico entre los individuos miembros de la sociedad, y de allí que se señale a Durkheim y a su funcionalismo como conservadores: la clasificación de las cosas es la clasificación de los hombres, y ellas orientan su acción. La "tesis evolucionista" de Durkheim adscribe a las nociones científicas un origen religioso, no siendo más que su perfección formal. Esto es dependiente de la "tesis cosmológica" de Durkheim, para quien la religión es una cosmología, una representación sistemática y global del mundo (que no es sino la representación de la realidad social) y que otorga sentido a la vida social y a las acciones colectivas.

Por ello, una "tesis epistemológica" sostendría que todas las religiones y todas las categorías del pensamiento son verdaderas por cuanto están condicionadas por la existencia social y tienen por función garantizar la solidaridad de las relaciones sociales. Se diría entonces que Durkheim sostiene un a priori social, la preeminencia y determinación de la vida colectiva, sobre las categorías que le serían relativas de acuerdo al momento histórico y la especificad sociocultural. Sin embargo, la participación de los individuos miembros de la sociedad en ese reino de las ideas sociales sería imperfecta, puesto que Durkheim concibe la percepción y las sensaciones únicamente según la psicología individual y organicista, sin plantear que éstas también están socialmente mediadas o condicionadas. Por ello, la individualización de las categorías colectivas las modifica e incluso las deforma, y los individuos podrían darle sentidos diferentes a pesar de su influencia coercitiva. Quizá con esto Durkheim quería dejar lugar para explicar el origen del cambio social y de la anomia. Terminará disolviendo su materialismo en idealismo, pues de hecho, hará hincapié en la irracionalidad, emotividad y afectividad, los estados de ánimo del colectivo, generándose las representaciones de efervescencias colectivas en situaciones en las que las interacciones sociales llegan a ser intensas. El simbolismo colectivo, es decir, el carácter convencional de las representaciones, está determinado por lo afectivo, por las emociones colectivas. Este simbolismo colectivo es necesario a la cosmología en la que la sociedad se representa al mundo y a sí misma, pues el reino platónico de las ideas sociales elaborado allí será a su vez la realidad social de la que pretende ser representación: la realidad superior representada es la sociedad. Antes de ver allí un círculo vicioso, hay que ver, para bien o para mal, el mecanismo o la estrategia de la reproducción social. Para hacerse la sociedad debe pensarse a sí misma, donde lo vicioso es cuál pensamiento y cuál sociedad es la que reproduce. El vicio de la sociedad como sujeto teniéndose a sí misma por objeto es ser sociedad refleja y no reflexiva.

Reseña de:
Emilio LAMO DE ESPINOSA, José M. GONZÁLEZ GARCÍA, y C. TORRES ALBERO (1994) Durkheim y la escuela francesa, en: Sociología del conocimiento y de la ciencia. Madrid: Alianza Editorial. Pp. 205-226.

Harvey Sacks, Emanuel Schegloff, Gail Jefferson, o El Hablar Descompuesto

El enfoque de los conversacionalistas es sólo uno de los posibles modos de estudiar las interacciones verbales que son un objeto interdisciplinario por excelencia. No describen las reglas de buena educación que un conversador cortés debe conocer: no hacen tampoco un análisis lingüístico filosófico pragmático de la estructura de la interacción. El estudio de los conversacionalistas es un estudio microsociológico que se inspira directamente en el paradigma teórico de los etnometodólogos y de Goffman: el objetivo es explicitar los procedimientos, reglas y métodos con los cuales los locutores ordenan, construyen su propia actividad conversacional mientras la desarrollan. Todos los procedimientos conversacionales descritos corresponden a los métodos, a las orientaciones que los participantes exhiben, usan, manifiestan al producir secuencias de conversación comprensible, ordenada, etc...

En este sentido, la competencia conversacional que los sujetos adquieren con el tiempo comprende el conjunto de procedimientos, reglas y métodos para sostener las interacciones verbales. Tales procedimientos conversacionales son negociables y negociados: el mecanismo del turno, por ejemplo, es realizado local e interaccionalmente, es decir, empleado por los participantes sobre una base de turno por turno, en el cual cada locutor elige de modo negociable con las opciones disponibles para el interlocutor. En otros términos, si ha quedado la impresión de una serie de macanismos conversacionales rígidos, aplicables automáticamente, que vinculan a los locutores a la pasividad total de ejecución, no es así. Se trata por el contrario de métodos y procedimientos que los sujetos coordinan y aplican cooperativamente.

Por otra parte se subraya la estrecha relación existente entre el planteamiento teórico general de esta microsociología y el estudio de las conversaciones; hacer este último no significa recortar un espacio del tamaño de un sello de correos en el amplio campo de la problemática sociológica. La motivación teórica fundamental de por qué estudiar las conversaciones está en la proposición según la cual "los fenómenos sociales son del mismo orden que los fenómenos lingüísticos". A través de la adquisición y del uso de la competencia comunicativa y lingüística, los sujetos construyen el sentido de la realidad social. Analizar las práctica conversacionales significa estudiar cómo los individuos se manifiestan recíprocamente el ordenamiento y el sentido de la sociedad en que viven. O, dicho de otra manera, "el estudio de las conversaciones nos está absorbiendo porque todos nosotros estamos participando en esta misma práctica. Para bien o para mal, la conversación es el modo que los hombres tienen para ocuparse de los hombres y encontramos en ella una expresión fundamental de nuestra humanidad".

Harold Garfinkel, o La Evidencia No Se Cuestiona

Este epígrafe ilustra las críticas y observaciones más importantes dirigidas al estudio etnometodológico. Con algunas excepciones, normalmente el contraste entre sociología «tradicional» y etnometodología es más bien candente y reñido, dado que esta última se plantea como alternativa radical, fundamentalmente heterogénea, distinta, respecto al razonamiento sociológico dominante.

Las críticas más serias (o menos agresivas) a esta corriente ponen de relieve sobre todo algunas carencias consideradas decisivas, en particular el problema de la relación entre vida cotidiana e instituciones sociales, es decir, el problema del poder, aparte del que se refiere a las reglas que se relacionan con la especificidad de los contextos (en términos etnometodológicos, la cuestión de la indexicalidad).

Se les imputa a los trabajos etnometodológicos un exceso de atención por los aspectos contextuales, indexicales, de las situaciones sociales, con la consiguiente ausencia de las dimensiones «reales», institucionales, históricas, de la vida cotidiana. La atención en la irreparable contextualidad de las interacciones termina por esconder que operan aspectos y variables ampliamente independientes de las situaciones específicas. No se trata evidentemente de un «olvido» casual, sino más bien de la orientación teórica general de esta perspectiva sociológica.

Y, sin embargo, antes de tirar todo por la borda, se deberían adoptar algunas cautelas. Una cosa es el problema del poder y de su dimensión a nivel macro sociológico y micro sociológico, y otra distinta es el problema de la indexicalidad de las acciones, de los resúmenes y de las explicaciones del sujeto; otra cosa también distinta es el punto de vista que el individuo tiene sobre la realidad social.

Desde el punto de vista del sujeto, la realidad social de la vida cotidiana no parece desarrollarse «libremente como una serie de contratos negociados por los individuos» (Bauman, 1973, 21). Más bien se presenta a los individuos que interactúan en ella como una realidad dada objetivamente, conocible en común con los demás y junto a los demás dada-por-descontado. La formación de una conciencia de sentido común está constituida por los métodos usados por los sujetos para describir, dar cuenta, cuantificar, construir el sentido de sus acciones, discursos, acontecimientos: el proyecto etnometodológico es un intento de describir (en clave sociológica) los niveles fundamentales de la competencia comunicativa y social necesaria para toda interacción. La objeción que respecto a este punto plantea Giddens (uno de los críticos más atentos al trabajo de Garfinkel) es que (a causa de una insuficiente elaboración del concepto de indexicalidad) el estudio etnometodológico permanece vinculado a una concepción "de la acción como significado más que de la acción como praxis, esto es, del compromiso de los agentes en la satisfacción práctica de los intereses, incluida la transformación material de la naturaleza por medio de la actividad humana". La objeción está fundada y trae a la luz cuanto menos la ausencia de este tema en el estudio etnometodológico.

Por tanto, cuando los etnometodólogos afirman que las actividades que producen los escenarios de la vida cotidiana son idénticas a los métodos empleados por los sujetos para hacer inteligibles, explicables, observables tales escenarios, se debe entender en primer lugar que la cognoscibilidad de la realidad social perseguida por la sociología pasa (necesariamente) por los procedimientos de sentido común con los cuales los miembros sociales explican y dan cuenta de sus acciones e interaccionesSi esto es verdad, la «insostenibilidad» de algunas conclusiones etnometodológicas, «en particular aquella por la cual los fenómenos sociales 'existen' sólo en la medida en que el hombre de la calle los clasifica o los identifica como 'existentes'» (Giddens, 1976,52), va en cierto modo pareja a la naturaleza paradójica de este tipo de conclusiones ". El ejemplo del trabajo de Sudnow debiera ayudar a comprender el problema: este autor de hecho no niega la dimensión biológica, fisiológica de la muerte, sino que analiza más bien otra dimensión de este fenómeno, la dimensión social o, mejor, microsocial (relativa a una institución específica con prácticas, procedimientos y métodos de rutina peculiares, que forman el sentido-común de aquel ambiente) a través de la cual se obtiene la reconocibilidad, la descriptibilidad y la existencia (social) del fenómeno mismo.

Cuando por ejemplo se habla de muerte, todos pensamos que sabemos (y sabemos) de qué estamos hablando y de qué se trata: sin embargo, ello es necesario porque para todo escenario estable, rutinario, formal, de organización e interacción social, tal conocimiento (dado-por-descontado) y tal reconocibilidad es el resultado de conjuntos de métodos y prácticas llevados a cabo por los sujetos. Y esto es precisamente lo que (en relación con escenarios particulares, es decir, indexicables, de acción) se propone estudiar la etnometodología.

El marco en que se puede situar el estudio etnometodológico no es el de una negación de la realidad social o de una reducción suya a la subjetividad, sino más bien el que plantea como objetos necesarios de indagación los modos en que se construye socialmente el sentido de la realidad social que los sujetos usan y se solicitan recíprocamente interactuando.

La pregunta que la etnometodología plantea no es «¿existe el mundo?», sino «¿cómo puedo saber que existe un mundo social compartido con y por los demás'?» (Skidmore, 1975). El problema de la dimensión del poder se presenta así como un aspecto distinto (cuya ausencia es imputable a la etnometodología) que no ha de confundirse con cuanto se ha dicho hasta aquí. Es absolutamente cierto que la centralidad del poder no es examinada, que el trabajo de «construcción de la realidad social» no se puede entender como una cooperación entre iguales: pero también este hecho ha de verse a la luz del distinto tipo de interrogante planteado por la etnometodología: no «¿por qué existe un orden social y por qué los sujetos se adaptan a él?», sino «¿de qué forma los sujetos se hacen mutuamente reconocible, descriptible, la existencia de un orden social?».

Problema central de la macrosociología cierta mente, pero quizá no tan central para un estudio que es sustancialmente microsociológico. A menudo muchas críticas fundadas sobre la ausencia del problema del poder en los dos estudios sociológicos presentados hasta ahora valoran la microsociología por su descuido respecto a alguna problemática macrosociológica, es decir, identifican las carencias de aquella en la pertinencia de ésta (que resulta obviamente ausente). Este pequeño inconveniente establece una suerte de incomunicabilidad y de rechazo recíprocos que perpetúa el jeu de massacre c impide esclarecer las cosas (sin que con esto se quieran disminuir las profundas diferencias existentes).
Para valorar correctamente la importancia y el interés de esta microsociología es necesario no pretender de ella respuestas a problemas que son de la competencia de la macrosociología: la etnometodología se propone estudiar la vida cotidiana a partir de los métodos de sentido común que en ella se ejercitan. Sin embargo, incluso si se acepta este objeto de indagación y el punto de vista elegido para estudiarlo, si se acepta, esto es, la pertinencia que la etnometodología propone, se puede observar en ella una suerte de circularidad: si es cierto que a causa de la reflexividad y de la indexicalidad, la coherencia y la racionalidad de la realidad social son el resultado de los métodos, de las prácticas que los sujetos emplean para resumir, ilustrar, describir tal realidad social, entonces ¿cómo y dónde está fundada la coherencia del trabajo etnometodológico? ¿Tratar las prácticas las sociales cotidianas como "antropológicamente extrañas", puede a su vez ser tratado como "antropológicamente extraño"? ¿Se puede hacer una etnometodología de la etnometodología? ¿Sobre qué se fundan las propiedades formales de las prácticas etnometodológicas?. Se injerta así un trayecto en espiral en los presupuestos teóricos de este estudio, que en cierta forma anula su programa de análisis del mundo de sentido común. Tal "anclaje" de hecho queda en un segundo plano respecto a este núcleo interno irresuelto. Según que se acentúe uno u otro de estos dos elementos, la etnometodología puede, bien "escaparse de las manos" porque se sitúa en una circularidad sin fin, o bien funcionar sólo parcialmente como si se dedicara sólo al estudio de temáticas específicas (por ejemplo, la importancia y el papel de la interacción verbal en la actuación social; el funcionamiento real de las normas sociales; etc...) Es aquí donde la etnometodología presenta un gran interés y merece ser conocida.

González, Carlos. 2000. Harold Garfinkel, o la evidencia no se cuestiona. Disponible en Internet desde: http://www.monografias.com/trabajos/goffman/goffman.shtml, [con acceso 28, 4, 2003]

Erving Goffman o la descalificación de la inocencia

Las carencias y los límites del modelo sociológico goffmaniano son relativamente fáciles de descubrir y quizá este mismo hecho a llevado ha llevado a entender mal el trabajo de Goffman. Achacarle que se quiere presentar como ideológicamente neutral, que no toma explícitamente posición, es correcto desde un punto de vista político, pero es también el modo más rápido para evitar afrontarlo, asumiendo su complejidad, que en cada caso no es eliminable con el pretexto de una condena ideológica. Este tipo de lectura aparece, por ejemplo, en el análisis que los Basaglia hacen brevemente en la introducción al comportamiento en público, donde parecen identificar el fin del análisis goffmaniano con sacar a la luz la naturaleza convencional y relativa de los valores normalmente aceptados como absolutos. Esta interpretación destroza la peculiaridad del trabajo de Goffman bajo una común y difundida asunción socioantropológica de la relatividad cultural: si realmente cientos y cientos de páginas, de no fácil lectura muchas veces, nos llevasen finalmente a este resultado, sería derrochar papel. Y curiosamente, al mismo tiempo otros achacan a Goffman que presenta sus descripciones en términos poco históricos, no suficientemente individualizados, que universaliza, en fin, los resultados de su análisis.

El interés de sus análisis no está en esclarecer la relatividad cultural de los valores y de los modelos de comportamiento sino en poner en evidencia la naturaleza profunda y constitutivamente social de una esfera generalmente suprimida del análisis sociológico y dejada en libre propiedad a la subjetividad, a la espontaneidad y la eventualidad. Ello explica la constante reivindicación -por parte de Goffman- no solo de la legitimidad de su tipo de análisis, sino también de las unidades de análisis que él emplea, extrañas también por lo general a la mirada sociológica. Además en este tipo de sociologías desempeñan un papel bastante relevante las observaciones sobre los funcionamientos lingüísticos y comunicativos. Cuando en la citada introducción de Basaglia se observa que "el autor puede imputar la deshumanización del hombre a la falta de identificación con los roles que el mismo -por otra parte- critica", hay que observar dos cosas: ante todo. La imputación de la deshumanización es un reflejo de una visión de la sociedad basagliana, y no de Goffman. Para este autor no hay ningún Edén perdido o por conquistar, ninguna isla feliz donde en otro tiempo se daban las interacciones entre sujetos perfectos, reales, y no ya entre representaciones. El estado actual quizá se observa con una falsa neutralidad pero desde luego las épocas pasadas o futuras no están mitificadas. En segundo lugar, el problema de una falta de identificación con los roles sociales es poco pertinente para el modelo sociológico de este autor, como igualmente está ausente en general la dimensión psicológica. El rol social tiene ciertamente una fachada que el individuo encuentra ya hecha, pero también es algo que se representa, que se basa en una parte expresiva susceptible de ser negociadas en las interacciones. Es, en fin, un espacio en el que se ejercita una competencia, un medio para el individuo de afirmar sus cualidades de persona social, no la evidencia de su naturaleza humana. La distancia del rol de Goffman no equivale al anonimato o a la despersonalización, sino más bien a un elemento vital inserto en el juego de las representaciones, de las definiciones de la situación, en la competencia misma del sujeto como actor social: la imagen del individuo que Goffman nos presenta es la de "un prestidigitador, de alguien que sabe adaptarse y conciliar, que cumple una función mientras aparentemente está ocupado en otra.

Una de las críticas más frecuentes a la obra goffmaniana es que su análisis pretende ser descriptivo, y no expresa por este motivo ningún juicio de valor sobre el tipo de sociedad estudiada. A esta observación se une la crítica sobre la ausencia de la dimensión de poder: dado que precisamente las relaciones estructurales no entran en lo que él estudia y en el punto de vista que adopta, se tiene la impresión de que la sociedad de que habla es una sociedad sin diferencias de poder. La interpretación, justa en cuanto a la constatación de los límites del modelo goffmaniano, descuida, en cambio, algunos de sus elementos internos:

acostumbrados a pensar en un determinado tipo de poder, estamos menos dispuestos a ver que, por ejemplo, al definir una situación, la cuestión de la realidad social y de su "normalidad" se plantea en los términos de aquel que posee el poder de establecer tal definición. Si dentro de la competencia comunicativa y semiótica se valora también el componente comunicativa y semiótica se valora también el componente relativo al hacer-hacer, si dentro del lenguaje se acepta también el aspecto crucial de la acción encaminada a modificar al destinatario, de nuevo nos encontramos con algo que no sería impropio definir como poder. No es el Poder que trama conjuraciones o planes destructivos; es, más cotidianamente, el poder de las pequeñas persuasiones que se necesitan para producir las interacciones. De forma coherente, pues, con las unidades de análisis empleadas, existe, en el modelo goffmaniano, la dimensión de una capacidad coercitiva, que, por otra parte, es totalmente congruente con su forma de esclarecer el componente conflictivo, polémico, de la interacción y de la comunicación.

Hay otra crítica de importancia que se refiere al hecho de que «la teoría sociológica de este autor está a caballo entre una descripción de procesos psico-sociológicos en términos ahistóricos y una crítica histórico-sociológica de una sociedad específica» (Izzo 1977, 350). La ausencia programática de cualquier base psicológica ha sido ya subrayada; lo que me parece coincidir sólo parcialmente con el planteamiento goffmaniano es su pretendida ahistoricidad (sostenida también por Jameson, como se ha visto). Son frecuentes las señales de tiempo y espacio que él pone como límites a la validez y extensión de sus observaciones: se afirma explícitamente que se trata de análisis sobre la sociedad americana contemporánea y especialmente de su clase medio-burguesa. Cuando los comportamientos que nos encontramos se comparan con otras épocas (sucede con frecuencia, dado el tipo de material que utiliza), no es para extender o generalizar los modelos de comportamiento, sino más bien para evidenciar las modificaciones estructurales. Desde este punto de vista en Goffman la relatividad de los modelos culturales no resulta un supuesto abstracto, sino que encuentra frecuentes e interesantes ejemplificaciones.

Más interesantes son las observaciones críticas que se refieren en cambio al interior de su modelo sociológico, explicitando sus carencias y contradicciones: además de la irrelevancia psicológica ya citada, por la cual los factores psicológicos son considerados ad hoc para introducir variables contingentes que resuelven problemas de análisis, Giglioli (1971), propósito de la naturaleza del sí mismo, observa que no se entiende bien qué es lo que determina por parte del actor la elección de un self en vez de otro. La respuesta en términos del estudio goffmaniano no puede ser dada desde luego en la clave de los tipos de personalidad, sino más bien referida en parte a las representaciones que el actor tiene a su disposición, y en parte a la situación objetiva en la cual se encuentra el sujeto para negociar una definición de cuanto está sucediendo, en parte a los «marcos» aplicados y en parte a la coherencia que el actor logra mantener en las propias representaciones. La respuesta, insatisfactoria e incompleta, deriva de haber enfocado el análisis hacia las reglas que normalizan la presencia recíproca de los actores.

Todas las propiedades explicitadas por la sociología goffmaniana son propiedades situacionales, no de los sujetos, y todo lo que se atribuye a los individuos es en última instancia propio de las reglas que estructuran los encuentros. «Las reglas y la etiqueta de cualquier juego pueden ser consideradas como un medio a través del cual se celebran 1as reglas y la etiqueta del juego» (1967, 14). Este insistente acento puesto sobre la omnipresente normatividad de la vida social comporta una infravaloración (o una no-valoración) de otros elementos, como la dimensión temporal relativa a 1os cambios macroestructurales, el desarrollo de la socialización: Goffman, de hecho, describe más los componentes de la competencia de la persona adiestrada socialmente que las fases sucesivas de tal competencia («los límites estructurales dentro de los cuales un 'modelo goffmaniano' de interacción social puede ser vital [son los de] sociedades estructuradas de modo que los elementos decisivos de la realidad objetiva son interiorizados en los procesos de socialización secundaria»; Berger-Lukmann 1966, 197) . En definitiva, según Giglio1i, además de una constante carencia de sistematización en las observaciones profusas, la sociología de Goffman aparece sustancialmente como «una sociología del make-believe» que, aportando un interesante modelo cognoscitivo, presenta sobre todo un análisis sociológico de la clase media americana. E indudablemente es cierto que el elemento de la representación, si se quiere de la ficción, ocupa un puesto relevante en la exposición goffmaniana; pero a mi entender, no está ligado tanto al tipo de objetos que analiza o a la sociedad que observa cuanto al concepto de regla que pone como fundamento de los funcionamientos sociales. Es ella la que pone la primera ficción operativa, la representación de la que descienden las otras. Y por algo la insistencia de Goffman, al estudiar la naturaleza reglamentada de las interacciones sociales, incluso mínimas, no puede hacer más que reproducir el rol estratégico de las ficciones operativas. Pero estas últimas no coinciden con la adulteración de los valores sociales: por el contrario, esclarecen cómo éste.

Canales, Manuel. 1996 "Sociología de la vida cotidiana".

Ervin Goffman y la Escuela Dramatúrgica

E. Goffman, sociólogo que se ha especializado en el comportamiento de grupos reducidos de personas, nos muestra en su interesante obra "La presentación de la persona en la vida cotidiana" las relaciones entre los individuos como una puesta en escena en la que la persona trata consciente o inconscientemente de manipular la impresión que los demás reciben de ella.

Lo que se nos trata de mostrar es que el individuo muestra en su vida corriente una máscara o fachada que sirve para una puesta en escena de acuerdo con una situación dada y con una personalidad que se forma a partir de pautas culturales propiamente locales y cerradas en torno sus vivencias. Así, el actor se mostrará ante los demás como él considera que los demás le ven en relación con su rol y estatus, es decir que trata de actuar de acuerdo con lo que cree que esperan de él.

La puesta en escena se puede realizar individualmente o en equipo; los miembros del equipo se apoyarán mutuamente tanto mediante expresiones verbales como no verbales, pueden ser intercambiables según las necesidades, e incluso si algún miembro no guarda las relativas normas de "complicidad" puede ser eliminado, teniendo como alternativa el posible acceso a otro equipo rival. Un equipo lo pueden formar desde dos personas en adelante, así, un matrimonio formaría un equipo, otro lo podría integrar un grupo de ejecutivos de una empresa frente a otro de clientes etc.

La dramatización de los actos se realiza dentro de un entorno físico que se denomina escenario; en él los actores desarrollarán su puesta en escena ante un auditorio que es el interlocutor al que hay que convencer. Se manipula a la audiencia mediante poses que muestran lo que el actor considera que se espera de él , en unos casos porque así se ve a si mismo, en otros porque aparenta ser lo que no es (normalmente más de lo que es). El auditorio juzga lo que observa pudiendo darse el caso de que un juicio sea negativo, por ejemplo si existe incoherencia entre lo expresado verbalmente y las manifestaciones no verbales (miradas, gestos de las manos, etc) o bien debido a una indiscreción de otro miembro del equipo que ponga en evidencia toda la actuación, echando por tierra el efecto dramático.

Si hay un lugar - escenario - donde se muestran los actores, también habrá un lugar donde estos se ocultan del auditorio, a este lugar se le denomina "trastienda". Aquí es donde los individuos se muestran tal y como son: las mismas personas que lisonjean a los clientes de un hotel cuando están en escena pueden, por ejemplo, burlarse de ellos o criticarlos. También pueden observar conductas "impropias", como descalzarse, emitir sonidos extraños o hacer muecas. Es obvio que a la trastienda no debe entrar nadie del auditorio, su presencia dentro de este entorno se considerará inoportuna, dando lugar a una redefinición de la situación (normalmente mediante el disimulo).

También se puede evitar este problema adelantándose a él. Puede bastar cualquier tipo de seña de alguien del equipo que esté atento a esta circunstancia para que el o los individuos cambien su conducta o bien alguien del equipo desvíe la atención del intruso.

Los equipos, para fijar su propia identidad necesitan de otros equipos que actúen como referencia. Esta referencia la puede indicar la diferente naturaleza del otro, referida a su diferente clase social o a pautas culturales distintas. De este modo, un equipo perteneciente a una clase social determinada puede menospreciar a una clase considerada inferior, pero por otra parte, la existencia de esta clase justifica los procederes de la clase superior para sí.

La utilización de otros también puede servir para mostrar la posición social del actor. En tiempos pasados era un signo de estatus elevado el hecho de tener criados que no tenían un cometido concreto. Prueba de ello (el autor no lo incluye en su texto) era la enorme cantidad de criados que había en la España del Siglo XVII, sobre todo en las grandes casas de la nobleza, donde una buena parte de ellos cumplían la función de mostrar la alta posición de sus señores. Otra muestra de esto es la tenencia de amantes como forma de ostentación en la Francia del Siglo XVIII.

Por último, me parecen dignas de mención aquellas partes en las que el autor nos muestra una serie de comunicaciones verbales o no verbales entre miembros de un equipo cuando se trata de ocultar o desviar cualquier impresión del auditorio respecto a una situación creada en ese momento en el escenario. Al primer tipo pertenecen las jergas, ya sean profesionales o de grupos (jóvenes, delincuentes) aunque en estos últimos casos puede no tratarse tanto de un lenguaje de ocultación como de una muestra subcultural propia. En cuanto al segundo tipo, se nos muestra una serie de ejemplos relacionados con actividades comerciales o interacciones en el ámbito de los servicios (en el hotel de Shetland ) en las que se observan desde gestos de complicidad hasta auténticas demostraciones de manejo de una situación.

Esta obra es una muestra de una concepción microsociológica que se encuentra muy próxima a la psicología social. En ella las estructuras son mínimas, estas se muestran en los equipos, aunque la formación de un equipo puede ser circunstancial. Los individuos pueden cambiar de equipo según la situación. Lo que da cohesión a los individuos son las interacciones, dependiendo de funciones y contingencias.

domingo, 20 de marzo de 2011

La Etnometodología Y Los Métodos Folk


La etnometodología se orienta hacia los problemas que se dan en torno a los significados a las diferentes situaciones de la vida cotidiana cómo estos significados son construidos y cómo la realidad social es creada a partir de la actividad humana. Va a compartir con el interaccionismo simbólico el énfasis en el aspecto subjetivo de la vida social; se interesan en descubrir los nexos entre las conductas individuales y las formas particulares de la organización social. Buscan descubrir la relación entre las personas y estructura social y las formas como esta se manifiestan. Finalmente ambas perspectivas teóricas conciben la sociedad como un proceso que surge de las interpretaciones individuales.

La vida cotidiana esta llena de significados que requieren compresión e interpretación. A fin de lograrlo, los hombres desarrollan métodos por medio de las cuales organizan estos significados en patrono racionales que orientan la acción. Se generan proceso al interior de los individuos como miembro de un grupo, procesos intersubjetivos, que sustentan y reproducen estos significados como "dado por hechos". La comunicación se da entonces, sobre la base del conocimiento tácito de la realidad social por los hombres que comparten, lo que genera una estructura de conocimiento que en la vida cotidiana se asume como real.

Harold Garfinkel se interesa en el estudio de este aspecto de la realidad cotidiana, enfatizando la importancia de lo temporal como intrínseco al significado y el proceso por medio del cual el mundo es comprendido conjuntamente con los requisitos del orden social. Con este fin desarrolla la perspectiva teórica de la etnometología, 'el estudio de los métodos usados por los miembros de un grupo para comunicarse, para tomar decisiones y responder a la acción' (Mullins, 1973: 184).
¿Qué es el significado? ¿Qué relevancia tiene la vida cotidiana, personal en la construcción del significado? ¿Cómo persiste el significado? ¿Cómo es transformado, perdido, recuperado? Desde un punto de vista social estas interrogantes pueden ser respondidas a partir del análisis de la comunicación, que es el lugar donde se establece el significado. La relación entre el ser social, la sociedad y el significado supone una concepción particular del hombre, como agente activo, capaz de seleccionar entre los estímulos y los objetivos, de elaborar sus respuestas y dentro de ese proceso transformar su mundo social.

El estudio de la realidad cotidiano dentro de los marcos de la comunicación de la creación, transmisión e interpretación de los significados es el área de interés de la etnometodología. Esta rama de la sociología tiene sus raíces intelectuales en la fenomenología y en el interaccionismo simbólico. Es Haroldo Garfinkel quien la inicia, y acuña el nombre "para proveer de índices al estudio del razonamiento práctico sobre lo cotidiano como constitutivo de todas las actividades humanas" (Cicorel, 1974: 99).

Garfinkel busca distinguir entre las actividades científicas y las actividades cotidianas. Parte del supuesto de que las ciencias sociales deben concentrase en la observación de las formas utilizadas por la gente para establecer patrones de conducta racional. Estos métodos se van a derivar más del conocimiento folk o cotidiano que del conocimiento científico. Básicamente entonces la etnometodología se refiere al estudio de los métodos folk (populares) usados por la gente común en la toma de decisiones, razonamientos, inquisiciones y en la justificación de sus acciones.

La etnometodología va a definir la realidad social como una ejecución dinámica, resultado de las actividadestienen gran importancia y sólo son comprensibles dentro de la interacción social. El individuo se involucra en los procesos interpretativos, por medio de los cuales percibe el mundo y cuando su definición de la situación se contradice por eventos.

Uno de los objetivos de Garfinkel es trastornar, alternar, desorganizar la actividad diaria, la rutina cotidiana y hacerla consciente. Como la realidad social y sus bases culturas son vistas por el individuo como dadas por hecho Garfinkel se interesa en encontrar las formas por medio de las cuales esta realidad se convierte en algo dado por hecho. Busca conocer cómo estos significados cotidianos son organizados en patrones rutinarios de interacción (Denzin, 1969: 22). El mundo social según Garfinkel es tan familiar para los hombres, que estos lo aceptan sin cuestionarlo. Esta tácita aceptación debe ser rota a fin de observar sus bases culturales, la que se mantienen invisibles. El busca entonces, romper el sentido común de la realidad social, es decir, detener la rutina de las vidas cotidiana.

La etnometodología se orienta hacia el análisis del proceso de interacción, del uso de las expresiones y en particular busca explicar cómo es posible el orden social que se desprende a los significados e interacciones. Hace énfasis en el método que la gente usa en orden de crear, mantener o alterar su visión de la realidad (Turner.:411-412).

Los supuestos básicos de la etnometodología:
1. Existen más significados que los que se expresan por medio de la palabra durante una rutinarias de los hombres. Dentro de este proceso el discurso y el significado
conversación.
2. El entendimiento común consiste en un contexto de significados comunes.
3. Las conversaciones es cotidianas presuponen un proceso continuo de interpretación ínter subjetiva.
4. Las actividades cotidianas tienen un carácter racional, y las personas comprenden el significado de las acciones los otros por la comprensión de la regla.

Conocimiento Intersubjetivo y Realidad Social


W, Thomas, G.H, Mead

William Isaac Thomas lleva a cabo una serie de estudios sobre cambio social y control social incursionando en la relación individuo-sociedad. Su orientación intelectual estuvo influenciada por las teorías evolucionistas, la tradición psicológica alemana, la psicología funcional de Dwey y la sociología del conflicto de Ratzenhofer (Matthews, 1977:97).

El interés central de Thomas es la reacción individual a la sociedad. A diferencia con Cooley, él extiende su teoría de la personalidad al análisis de la personalidad adulta dándole particular atención a las características conflictivas del medio (Meltzer, Petras y Reynolds, Op. Cit.: 22). Su objeto de estudio es la unidad entre la organización social y la psicología social que surge del supuesto de que el conocimiento del sentido común no es la base adecuada para organizar el control social (Thomas, 1966: XXX).

El cambio social y el control social son conceptos fundamentales. Se consideran el resultado de las relaciones recíprocas entre la organización social y la vida individual o personalidad. El cambio social es visto como un proceso continuo que implica tanto la estabilidad como la ruptura del orden social. Las situaciones críticas contribuyen a la disrupción de la estabilidad de las instituciones. Se trata de un proceso de reorganización que produce nuevos esquemas de comportamiento y nuevas, mejor adaptadas a los cambios en las demandas del grupo (Thomas, Op. cit.: 5).

La estabilidad y cambio, tanto en el individuo como en la organización social se fundamenta en tres conceptos psicológicos: control, atención y crisis. El control es la meta central de la acción humana, la fuerza motivadora central. Este concepto reemplaza las interpretaciones previas de los procesos sociales y refleja la noción de Spencer de ajuste al medio. La atención, según Thomas, es una actitud mental que toma nota del mundo exterior y lo manipula. La crisis altera la rutina del hábito y genera atención. De manera que el seguimiento del hábito, de las tradiciones, la satisfacción de expectativas y la atención hacia objetos tradicionales mantendrán la estabilidad social.

La organización social es la organización de valores y normas a través de los cuales el grupo tiende a regular las acciones de sus miembros. La desorganización social se refiere a la disminución de la influencia de las reglas existentes tanto sobre el individuo como el grupo. La realidad social es vista incluyendo aspectos subjetivos, como actitudes y valores y aspectos concretos. La relación entre ambos aspectos explica la interdependencia del individuo, de la organización social y de la cultura.

La personalidad social de la interacción entre el individuo, el grupo y la sociedad y se manifiesta en la vida del individuo.

La interacción causal es el resultado de la relación entre la personalidad social (actitudes) y la organización social o sociedad (valores). En las instituciones que conforman la sociedad, las actitudes y los valores se manifiestan concretamente en las situaciones prácticas de la vida cotidiana.

Las actitudes y los valores según Thomas se desarrollan a partir de los "deseos", que son las fuerzas que motivan la acción. Establece cuatro deseos: El deseo de nuevas experiencias; El deseo de recibir respuestas; El deseo de seguridad; El deseo de reconocimiento;

Toda conducta es motivada por deseos. Su expresión organizada, producto del temperamento y la experiencia constituye el carácter individual (Thomas, Op. cit.; 119). Los elementos de la personalidad son el carácter y el temperamento. El temperamento está constituido por un conjunto de actitudes primarias que existen independientes de cualquier influencia social. El carácter es el YO formado a partir de actitudes organizadas a través de las influencias sociales. La personalidad es un producto de la interacción social. Incluye el entendimiento de los significados sociales y la adaptación a las demandas societarias. Es una entidad dinámica.

Las situaciones afectan el carácter el individuo, pero éste es capaz de modificar su entorno definiendo las mismas y resolviendo los dilemas de acuerdo de sus "deseos" y tendencias (Thomas, Op. cit.: 32). Es a través de la definición de la situación que el individuo interpreta las condiciones sociales en términos de sus significados. Esta es una etapa preliminar de deliberación que precede cualquier acción. La respuesta del individuo a cualquier situación particular depende de cómo el defina la situación. Thomas afirma que cuando se toma una decisión acerca de la conducta a seguir, se consideran tanto los factores objetivos y subjetivos.

Las principales contribuciones de Thomas al interaccionismo simbólico se pueden sintetizar como sigue: El esquema organización social/ desorganización social; La relación entre valores y actitudes; La dinámica concepción del surgimiento de la personalidad como producto de la interacción; Los cuatro deseos como la fuerza motivadora de la acción; La definición de la situación, proceso que le da al individuo la capacidad de actuar sobre su entorno.

Thomas al igual que Mead considera a los seres humanos como una colección de impulsos orgánicos. Ambos enfatizaron los impulsos y la naturaleza plástica del individuo lo que hace posible su relación especial con el medio ambiente.

George Herbert Mead nos habla de la dinámica de la interacción a través de la cual se desarrolla la mente, la persona y la sociedad. Parte de una perspectiva evolucionista, en donde la evolución es vista como una forma de adaptación a cierto entorno, pero no simplemente como el encajar dentro del medio, sino con la posibilidad de ejercer algún control sobre él (Mead, 1969: 30-31). Mead comparte la tradición pragmática de Dewey y James. Se interesa principalmente en el análisis de la experiencia a través de la introspección (Lauer y Andel, 1977:11).

De Wundt toma la noción del lenguaje como factor importante en el análisis del Yo, aun cuando lo critica por su paralelismo psicológico entre el gesto (cuerpo) y la emoción (mente). En Wundt el gesto se con vierte en un símbolo que se encuentra en el acto social. Sirve de estímulo a otras formas involucradas en el mismo acto. Para Mead el gesto es un nexo entre el lenguaje y la acción (Mead, 1969: 157).

A Mead le interesa el análisis de la comunicación, lo que es fundamental para explicar la interacción simbólica. La existencia de la estructura de la sociedad o el conjunto de sus instituciones sociales depende de la habilidad de los individuos de tomar las actitudes del grupo al que pertenece e internalizar los hábitos sociales. La evolución de las instituciones sociales se logra a través del desarrollo de gestos vocales, por medio del desenvolvimiento de la capacidad de los individuos para iniciar la cooperación con otros. Es la comunicación por medio de símbolos significantes.

La organización de la sociedad humana se da a través de la intercomunicación y la participación. Las instituciones sociales representan actitudes definidas que la gente asume bajo ciertas condiciones, de manera que, la participación en ellas les permite a los individuos tomar las actitudes de la comunidad. El YO surge dentro de este mismo proceso que da origen al surgimiento de la sociedad, ya que las instituciones representan actitudes definidas que la gente asume bajo ciertas condiciones, La interacción simbólica es según Mead (1969) un intercambio de comunicación. Se trata de una conducta con significado en donde se responde a la invitación a reaccionar hecha por los otros en una forma socialmente adaptativa.

El punto de partida de su análisis es el gesto, que incluye un tipo de comunicación, que se trata de un símbolo y que va a tener significado cuando el individuo es capaz de tomar el rol del otro. Es decir, cuando ese gesto produce en ambos la misma respuesta, porque ambos comparten la misma comunidad de significado. En este proceso de intercambio de comunicación, el gesto el signo, el lenguaje, pueden evocar otros gestos. Se puede responder con gestos que motiven en las otras alteraciones en sus respuestas. Al nivel individual se produce una conversación interna.

Dentro del proceso enunciado surge la mente que internaliza la conversación externa de gestos significantes. El YO o la persona social surge en este proceso, en el cual se influencian las personas y se hacen propias las actitudes de los otros dentro de un intercambio de estímulos y reacciones. Así, el desempeño de roles va a suponer en primera instancia el ser capaz de tomar el rol del otro y el concebirse a sí mismo como un objeto de análisis (objetivo para sí). La comunicación de los significados que emergen de la interacción, son respuestas significativas. Estas se objetivan en los gestos o en el lenguaje.

Mead define al Yo como un objeto para sí, lo que es posible únicamente dentro de la sociedad por medio de la comunicación. La comunicación provee las condiciones para el individuo se convierta en un objeto para sí, lo cual se da a partir del desempeño de roles. El individuo se experimenta a sí mismo en forma indirecta desde el punto de vista de los otros miembros del grupo con quienes comparte significados y reflexividad.

El entorno social está lleno de significados (estímulos organizados), la capacidad de distinguir entre ellos reside en la mente. La mente humana tiene la capacidad de utilizar símbolos, de describir significados para otros y para sí mismo (Mead, 1969: 194). La mente es un producto social, que surge de la experiencia a través del uso del lenguaje. Ambos, la mente humana y el lenguaje son parte de un proceso interactivo que ocurre entre el organismo y el medio. Este es también un proceso básicamente reflexivo.

En síntesis, la estructura de la sociedad descansa sobre la habilidad individual de tomar la actitud del grupo al que se pertenece y de internalizar los hábitos sociales del mismo.

Conocimiento Intersubjetivo y Realidad Social


Veblen, Sorokin, Znaniecki, Mills y Cooley

La relación entre Herbert Spencer y Karl Marx son celebradas por Thorstein Veblen en su postulación de la determinación tecnológica de la evolución de las instituciones sociales, incluidos en ellas los esquemas de vida que conforman los hábitos de pensamiento. Su esquema adaptacionista de la evolución social concibe el progreso según el estado de las artes industriales que fuerzan a los hombres a la adopción de complejos habituales de conocimiento y conducta exigidos por sus formas de vida. Cuatro etapas históricas son esbozadas: la economía salvaje, agrícola y pacífica; la economía bárbara, pastoril, depredadora y guerrera, de la que surge la clase ociosa; la economía artesanal, donde se iría generando la industria; y la economía de la era moderna, alguna suerte de síntesis, donde se contraponen los negocios especulativos y la industria mecánica. En esta última se manifiesta la determinación socio-tecnológica de las orientaciones cognitivas, pues los hábitos del pensamiento se ven determinados por la situación dentro del esquema de la workmanship o la salesmanship.

Los salesmen se orientan a las artes liberales, a la política y el derecho, tienen el carácter aventurero y el pensamiento animista de los guerreros de las sociedades bárbaras militaristas, mientras que los workmen se orientan al racionalismo, el conocimiento causalista impersonal, aplicado a la industria y al desarrollo tecnológico mecánico. Luego refinará el análisis de la era moderna en un estudio social de la ciencia, contraponiendo la actitud pragmática del interés industrial, moralista, didáctica, racionalizadora de medios y fines, que naciera en la economía artesanal, a la lúdica y exploradora curiosidad ociosa del científico, cuyo interés no es utilitario sino teórico, explicativo, desinteresado, y que ha de retrotraerse al pensamiento mítico de la economía salvaje. Sin embargo, la singularidad de la civilización moderna está en el lugar central e indiscutible de la ciencia, que caracterizará la modernidad y a la que se le rendirá culto. Los utilitaristas pragmáticos de la industria no han hecho sino reforzarlo, pues la imagen del artesano como mecánico con talento es la exigida por el pensamiento científico, que ha derrumbado la explicación providencial del antiguo pragmatismo medieval o bárbaro.

El interés en el lugar social de los sabios/ intelectuales como privilegiados productores de conocimiento continúa en Znaniecki en visión positiva de la sociología del conocimiento que renuncia a la elaboración epistemológica a favor del método y la técnica. Dentro de una microsociología (cuyos procedimientos de tantos modos se asemejan a algunas técnicas primarias de la etnografía), Znaniecki propone una "regla metódica de modestia incondicional" (que no es sino una versión más bien torpe y positivista del "relativismo cultural" instrumental a la etnografía, y la crucial distinción epistemológica etic-emic de la antropología, desarrollada entre los 1940-50 por el antropolingüista y misionero Kenneth L. Pike, aunque precedido por toda la tradición etnográfica). Esta regla, aparte de la abstención acriticista de inmiscuirse con la epistemología, supone la abstención de proyecciones acerca de la validez del conocimiento del actor/ portador del saber y que es éste quien ha de definir qué es lo que es su propio conocimiento. Se distingue además entre el actor del conocimiento investigado y la audiencia hacia quien va dirigida la producción de conocimiento por parte del investigador (este interés en la audiencia probará ser crucial para una sociología de la ciencia o para la suerte de meta-etnografía de la antropología postmoderna de los ochentas%u2026 que también fue alérgica como Znaniecki a la teoría), que constituye socialmente la auto-imagen del investigador y le concede o niega validez a su producción. Esto sirve a Znaniecki para elaborar una tipología de los hombres de conocimiento en cuanto a sur roles: los asesores tecnológicos, orientados al diagnóstico de situaciones y su racionalización formal; los sabios que justifican y legitiman a sus grupos conservadores o innovadores como ideólogos apologistas o idealistas utopistas; los académicos, que laboran sobre los cuerpos de conocimiento para iniciar escuelas, sistemas, hallazgos o descubrimientos, combates frente a escuelas rivales o divulgar sus productos; y los creadores del conocimiento, pioneros, descubridores y exploradores de problemas. Según Robert K. Merton, la labor de Znaniecki ha sido señalar las diversas presiones institucionales a las que se someten los nuevos conocimientos y que decidirán -socialmente- su aceptación. Esto a vista clara significaría un precedente para la concepción kuhniana de los paradigmas, la ciencia normal y la comunidad científica, elaborada a partir de la historia social de la ciencia.

Histórica es la concepción de Pitirim A. Sorokin de su sistema integralista -la sociedad como una realidad superorgánica con tendencia a la integración, coherencia y equilibrio del sistema social-, dentro de una filosofía fuertemente idealista, pues las ideas rigen el mundo y constituyen la totalidad de la cultura y la sociedad. Identifica como mentalidades culturales un supersistema de tipo puro ideacional, que piensa la realidad como inmaterial y eterna según verdades de fe y necesidades espirituales y éticas ascéticas que eliminan las necesidades físicas y el yo; un supersistema también puro sensorio, sensualista, que conoce por medio de la percepción y preocupado por la satisfacción de las necesidades físicas por medio de la acción sobre el mundo externo. Un tipo mixto, el supersistema cultural idealista equilibra las mentalidades ideacional y sensoria, orientando el conocimiento a las verdades de razón; cada uno de los tres tipos pose un principio de autonomía institucional que no necesariamente las conecta a la realidad social inmediata, pudiendo fluctuar independientemente de la materialidad. Ninguno de los tres sistemas contiene la verdad íntegra, lo que causa su transformación, fluctuación y alternancia cíclica, corsi e ricorsi en la historia, pudiéndose identificar dos ciclos ideacional-idealista-sensorial entre el 600 a. C. y 1920 en la historia occidental: es una visión cíclica más que lineal del trinomio evolucionista religión-metafísica-ciencia como grandes períodos globales y autónomos de algún espíritu u superorganismo, lo que lo acerca a los historiadores culturales Osvald Spengler y Arnold Toynbee más que a sociólogos con preocupación crítica en la historia como Comte, Marx o Weber.

La voz aparentemente crítica en la sociología norteamericana del conocimiento será la de C. Wright Mills. Rescata en la sociología del conocimiento una función epistemológica como propedéutica de la metodología sociológica. La dota además de una base socio psicológica para encontrar la mediación entre la mentalidad, las ideas y la sociedad. Conocedor del pragmatismo norteamericano, su teoría social de la mente se desprende de George Herbert Mead, cuyo conductismo social exigía un análisis del lenguaje como vehículo del pensamiento y mecanismo de interacción y control social.

Otra figura importante dentro de la perspectiva del interaccionismo simbólico es Charles Cooley. Desarrolla una teoría superestructural de la sociedad, resaltando la naturaleza mental de la misma. Su principal contribución consiste en el análisis del Yo en relación con la sociedad y explicarlo a través de la experiencia de allí plantea el problema en términos socio-psicológico: todas las actividades humanas tienen un lugar en la mente.

De acuerdo a Cooley, la sociología debe interesarse en el desarrollo de la naturaleza humana, el Yo y la personalidad. Los roles, las instituciones y los procesos sociales son aspectos secundarios de la vida social, pero aun así, deben considerarse. Uno de los aspectos de mayor interés para el es la interacción humana, la que se afecta grandemente a causa d la industrialización. La comunicación de masas, la desorganización social son algunos de los elementos que generan dificultades para mantener las lealtades primeras en las sociedades complejas.

Cooley analiza las acciones humana a través de los significados que los individuos producen dentro de las situaciones en las que están inmersos. Enfatiza el uso de la "introspección simpáticas" como metodología par recoger datos, es decir los científicos sociales deben buscar los significados e interpretaciones de los participantes (Meltzer, Petras y Reynalds, op.:10).

Las unidades de análisis son los grupos primarios. Ellos constituyen los indicadores del grado integración de la sociedad. El orden social o moral surge de los grupos primarios cuyas relaciones implica cooperación y solidaridad. Es a través de los ideales que le carácter universal de la moralidad es generado del marco de la interacción social. El objeto de análisis en la sociedad total, pero representada por el orden moral.

La naturaleza de la organización social se encuentra en los lazos sociales que existen como resultado de la interacción humana. La sociedad debe entenderse a través de las ideas que los individuos tienen en sí mismo y de los otro

CONOCIMIENTO INTERSUBJETIVO Y REALIDAD SOCIAL


Definiciones y Referentes Metodológicos

La realidad social, como afirma Durkheim es "una realidad sui generis", en cuanto a su complejidad y riqueza desde el punto de vista de las posibilidades que ofrece al ser humano. Por una parte se encuentra el mundo real, en donde se manifiestan los resultados de la acción histórica del hombre en lo que llamamos la civilización. El mundo de lo intersubjetivo es el mundo de los siguientes compartidos, lo que le da sentido a la vida cotidiana y permite la vida social.

Ahora bien, a la aclaración inicial de Durkheim del concepto de conciencia colectiva, se debe añadir la sistematización de la interacción humana como proceso social desarrollada por George Mead en su obra Mind, Self and Society (1934). Está tiene a su vez una influencia definitiva en la gestación del interaccionismo simbólico, él que se preocupará de la intrincada relación entre cultura, sociedad y personalidad.

Mead se interesó a los símbolos lingüísticos en la medida que median interacciones, modos de comportamientos y acciones de más de un individuo. En este sentido, su preocupación fundamental es la acción comunicativa donde, más allá de su función de entendimiento, el lenguaje juega el rol de coordinación de las actividades orientadas hacia fines de distintos sujetos, además de su rol de intermedio en la socialización de los mismos sujetos. Si para Mead "la sociedad humana tal como la conocemos no podría existir sin las mentes y los seres" (citado en Biesanz, 1969), él insiste además que las mentes racionales y seres conscientes emergen solamente en sociedad por ser el producto de la interacción social y especialmente de la comunicación simbólica por medio del lenguaje. Las cosas que existen en la naturaleza no son objetos hasta que sean descubiertas y nombradas, y cosas que no existen en la naturaleza pueden ser objetos si existen en la mente de los sujetos. En este sentido, la cultura de todo grupo social está constituida de su mundo de objetos significativos y la mente de cada persona está constituida de su mundo propio de objetos significativos.

La perspectiva del interaccionismo simbólico tiene una tendencia socio-psicológica e intenta explicar la relación individuo-sociedad a partir de la comprensión de los significados culturales. Se interesa por las prácticas interpretativas de la gente, sus formas de entender la realidad y organizar sus respuestas. Se trata de una perspectiva que comparte las raíces históricas e intereses de las tradiciones de la sociología, la psicología y la filosofía estadounidense.

El darwinismo social con su noción de la 'supervivencia del más fuerte y orientación evolucionista le da al interaccionismo simbólico una visión progresiva del cambio. Este es motivado por la lucha entre grupos, por la búsqueda de la supervivencia y el desarrollo. Así el cambio es visto como teleológico, promoviendo el control racional durante el proceso y aumentando la creatividad humana.

La tradición pragmática que influencio la sociología estadounidense en sus comienzos, critica la posición que cuestiona el conocimiento del mundo real, sólo aceptando la experiencia subjetiva como la base del conocimiento del mundo real, sólo aceptamos la experiencia subjetiva como la base del conocimiento. Establece que muchos de los problemas filosóficos deben reformularse dándole prioridad a la conducta sobre la experiencia subjetiva. Esta tradición se refleja en los trabajos de los fundadores del interaccionismo simbólico. Ellos adoptaron sus técnicas metodológicas como el análisis de experiencia a través de la introspección, formulando la premisa que dice que "la experiencia de nuestro YO no podría darse a menos que nuestro YO existiera" (Lauer y Andel, 1977:11).

William James y John Dewey, pioneros en el análisis de lo intersubjetivo, si bien desarrollaron una aproximación muy individualista para explicar la motivación y la relación individuo-sociedad, desarrollan conceptos y teorías que posteriormente sirvieron de base para el surgimiento del interaccionismo simbólico. Ellos tratan de explicar el fenómeno del lenguaje y las posterioridades de la comunicación humana a partir del individuo, dejando de lado la asociación humana dentro del grupo.

Las teorías conductistas de William James contribuyeron al posterior desarrollo de la tendencia psicológica de la sociología estadounidense. James trabaja principalmente con tres conceptos: el hábito, el instinto y el yo. Su psicología se muestra mas interesada en el funcionamiento interno del individuo que con los procesos sociales de donde emergen las posibilidades de los individuos (Turner, 1978:313).

Los instintos son analizados en relación con los hábitos, lo que implica que los instintos se modificar. Esto se observa en la capacidad humana de llevar a cabo actividades mentales como las memorias. En estos momentos la conducta humana deja de ser instintiva y puede repetirse. Los instintos dan lugar al surgimiento de los hábitos que son aprendidos socialmente, de producto de la experiencia. Ellos simplifican la vida humana a través de la repetición de acciones reduciendo la atención consciente, (Martindale, 1960:340).

Si el individuo posee una naturaleza plástica que puede ser moldeada por la acción de los hábitos la conciencia a los estados metales deben verse como procesos. La toma de conciencia implica la capacidad del YO para reconocerse, es decir, verse a sí mismo como objeto y desarrollar sentimientos y actitudes hacia uno mismo (Turner, Op.cit.: 312) La persona aparecen ante sí mismo como "parcialmente conocida (MI), parcialmente conocedora (YO) y parcialmente sujeto" (James, 1948:176).

James desarrollada una aproximación al fenómeno humana basándose en el supuesto de que el MI sea la total de todo lo que los individuo llaman `suyo´. De esta manera el YO humano se analiza desde el perspectiva material, social y espiritual. El Yo material se refiere al cuerpo y todo lo asociado com el: el YO social incluye sentimientos hacia sí mismo, con reconocimiento de los otros; y el YO espiritual se refiere a los estados de conciencia y funciones cognoscitivas.

El YO social es el concepto de importancia para el posterior desarrollo de la perspectiva del interaccionismo simbólico. Ciertamente éste es el producto de la interacción humana de donde surgen los sentimientos hacia uno mismo. Janes enfatiza el que la naturaleza humana es plástica y creativa. El entorno actúa sobre ella a través de la interacción con otros y motiva el surgimiento de las potencialidades humanas. Es a través del orden social que el individuo se convierte en una persona social.

Esta concepción de los seres humanos como activos y creativos, controlando su propio destino en el fundamento del pragmatismo (Meltzer, pretas y Reynolds, Op.cit..7-8). El pragmatismo es una reacción al determinismo del medio social y geográfico de Spencer. Tal como se manifiesta en la psicología de James, provee las bases para una imagen de los humanos congruente con el desarrollo del interaccionismo simbólico.

Luego de conocer la obra de James, otros de los principales exponentes del pragmatismo fue John Dewey. El sigue los principales supuesto de esta perspectivas que establece que los seres humanos se adapten a su medio y a la vez son capaces de manipularlo. De este proceso ajuste a las condiciones de la vida surgen las características sociales del individuo (Turner, Op. cit.:314).

Dewey era un filósofo y un psicólogo básicamente interesado en temas educacionales relacionados con el entorno social. Rechaza la visión filosófica tradicional que afirma que existe un pensamiento puro. Más bien él enfatiza la relación entre el pensamiento humano y su medio. Ve al individuo siempre actuando sobre su medio al igual que es condicionado por éste; desempeñando un papel activo en la percepción y condicionamiento de las cosas que`conoce; está en un proceso continuo de desarrollo (Meltzer, Petra y Reynolds,Op. cit.:16).

Para Dewey el pensamiento humano es un proceso que surge de la experiencia en su relación con el entorno. La mente es el proceso de pensar, lo que es posible dado a que la sociedad permite desarrollo de la creatividad humana a través de la interacción con otros y el medio. Toma el concepto de hábitos desarrollado por James y lo define como elemento básico en la relación individuo-sociedad.

El hábito es definido por Dewey no como repetición, sino como una predisposición a formas de respuesta bajo condiciones especiales. Estas condiciones se encuentran dentro del orden social. Los ámbitos poseen una naturaleza social y contenidos morales. Otros elementos importantes que destaca Dewey es el lenguaje, que el factor permite a los hombres desarrollar conceptos, comunicarse, desarrollar la meta y tener una existencia llena de significados. Es a través del papel asignado al lenguaje como mecanismo para establecer relaciones con sentidos y para internalizar los elementos del hecho del medio que posteriormente los planteamientos de Dewey influenciaran a George H. Mead.

Con toda su tradición de pequeños propietarios agrícolas y pequeños comerciantes, de pensamiento orientado a la acción en la vida cotidiana, siempre realista, empirista y pragmático, la tradición europea de las grandes teorías no podía cuajar del todo en los Estados Unidde investigadores marginales, frente a la institucionalizada -según Merton- sociología de la comunicación de masas, siempre ocupada en sondeos de opinión que guiarían la actividad externa de los "representantes del pueblo". Habrán de ser exilados, emigrados, marginados y renegados -como Sorokin y Znaniecki, Mills y Veblen- quienes incorporen los mismos espíritus europeos.os. La sociología del conocimiento en Norte América se presentará en la labor

Precursores de la Sociología del Conocimiento


Kart Mannheim (1893-1947) es considerado como el progenitor de la sociología del conocimiento al sistematizar los temas, conceptos y metodología en un campo específico de estudio de la sociología. Estos como ya se ha visto, habían sido estudiados por Marx, Weber, Durkheim, y Scheler entre otros. Su pensamiento se ubica dentro de la tradición historicista alemana. Su obra inicialmente gira en torno a las ideas, especialmente a las ideas sociología del conocimiento es un instrumento que permite responder a la crisis del conocimiento de las ciencias del espíritu.

Ubica los orígenes de la sociología del conocimiento en las dos primeras décadas del siglo XX. Establece que esta tiene dos tareas fundamentales: como teoría, analizar la relación entre el conocimiento y la existencia; como investigación socio-histórica busca descubrir las formas que esta relación ha tomado en el desarrollo intelectual de la humanidad (Mannheim: 1936: 264). La tesis fundamental de esta sociología plantea que: existen formas del pensamiento que no pueden ser adecuadamente entendidos mientras sus orígenes sociales estén oscuros y esto puede suceder porque todo pensamiento, excepto la matemática abstracta y las ciencias naturales, es social (Op.cit.: 1936,2).

En el ámbito existencial todo ser humano enfrenta al mundo, no en forma aislada, sino como miembro de un grupo, el que provee al individuo con una cosmovisión particular y un conjunto elaborado de respuestas a los problemas. Así, en la medida en que se entienden las bases sociales del pensamiento, se entienden las raíces de la diversidad y del desacuerdo en torno al conocimiento. Es a través del quehacer colectivo orientado hacia el cambio o la continuidad social, que los hombres producen los canales para el surgimiento del pensamiento. De acuerdo a las particularidades del contexto en el cual participan, los hombres verán el mundo en formas diferentes (Op.cit.:1936,4).

El análisis sociológico del pensamiento planteado por Mannheim, su sociología del conocimiento, surge de la problemática de las ideologías. A esta discusión Mannheim aporta las distinciones entre ideología particular y total, entre de las formulaciones especiales (o restringida) y general de la ideología, y entre la ideología y la utopía. La ideología particular es concebida de manera similar al error y a la mentira en la teoría de los idola de Bacon: se reconocen como deformadas las ideas y representaciones (incluyendo el engañarse a sí mismo) de acuerdo a factores psicológicos o sociales, tales como los intereses de clase.

La ideología particular es la que interesa a una teoría de las ideologías en su tarea de desenmascaramiento dentro de la lucha política, por cuanto maneja una >concepción especial o restringida de la ideología que reconoce en los adversarios la determinación social de sus ideas. La sociología del conocimiento maneja una concepción general de la ideología, puesto que reconoce los condicionamientos sociales de cualquier pensamiento y punto de vista, y su interés será la ideología total, concebida como la estructura total de la conciencia y del pensamiento, la concepción total del mundo de un determinado grupo social en un determinado momento histórico. Se trata de la determinación social de la estructura categorial y cognoscitiva, de la interpretación de la realidad, el estilo de pensamiento social e históricamente situado.

La ideología total de los grupos dominantes necesariamente podría imponerse a la sociedad entera, por lo que la ideología (ideológica) sería un pensamiento hegemónico, ideas dominantes de las clases dominantes, legitimadas y estabilizadas, frente a la utopía, también una ideología, pero referida al pensamiento de los grupos sociales emergentes y/o en conflicto con los dirigentes: tendrían contenidos críticos y "emancipadores"; serían las proyecciones (proyectos de clase) de esos grupos que intentarían realizar una vez que ascendiesen a las posiciones de poder; utopías relativas al orden social ya existente, pero que podrían llegarse a imponer como el nuevo orden, legitimándose y estabilizándose, surgiendo nuevas utopías al fracasar su realización o al producir nuevas divisiones de la sociedad. A fines de análisis sociológico y no de lucha política, en la sociología del conocimiento de Mannheim se evitan las connotaciones morales del concepto de ideología en la investigación de la estructura mental total del sujeto social (la ideología total del grupo socio-histórico) y se introduce el concepto de perspectiva de grupo.

J. J. Maquet señala que en el análisis de Mannheim la variable independiente es la acción colectiva y la situación socio-histórica (definida por la posesión o carencia de poder político y económico, el ascenso y descenso en la hegemonía de ese poder) del grupo social. La variable dependiente del análisis son las producciones mentales, el pensamiento, correspondientes al grupo y condicionados por su acción y situación. La relación entre el grupo social y sus producciones mentales, es decir, la relación entre el conocimiento y la sociedad, no está mecánicamente determinada (causa-efecto).

Mannheim sugiere establecer correlaciones o interrelaciones entre tipos de conocimiento sociales: hay conexiones intrínsecas entre grupo y su pensamiento, una mentalidad se corresponde a una estructura social. Para Mannheim la relación no será dialéctica y no se establecen las influencias del pensamiento sobre la sociedad. Deja abierto o se muestra muy vago acerca de la determinación existencial (social) precisa del pensamiento. Se relativiza el pensamiento de acuerdo a su situación y contexto histórico-social y se establece la perspectiva de grupo, la manera de observar y percibir la "realidad" y su conocimiento socialmente construido, a la que responde. De esta manera, será posible imputar una estructura mental particular a un grupo dentro de una historia social de las ideas, relacionando modos de interpretar el mundo con determinadas estructuras sociales.

Mannheim creía que los diferentes aspectos del conocimiento se entrelazan en grupos conflictivos. Para conocer la verdad se debe tener una metodología que permita investigar y sintetizar estos puntos de vistas. Esta es la tarea de la sociología del conocimiento, que explora las diversas formas en las cuales diferentes grupos interpretan el mundo y consideran la validez de estas interpretaciones.

Con miras llevar a cabo esta tarea Mannheim define los conceptos de ideología y utopía. La ideología es el resultado de que los grupos dominantes puedan involucrarse intensamente en una situación, de manera tal que dejan de ver aquellos aspectos que socavan su sentido de dominación. La utopía, refleja la tendencia opuesta, es decir que ciertos grupos oprimidos se interesan intelectualmente en la destrucción o transformación de ciertas condiciones de manera tal que solo ven aquellos elementos que tienen a negarla. Ambas tendencias, son visiones distorsionadas de la realidad. Mannheim, posteriormente utiliza el término ideología para referirse a ambas.

Existen dos concepciones básicas de ideología: la particular y la total. La concepción particular se refiere a la esfera del error, de naturaleza psicológica, no intencional, pero que inevitablemente surge de ciertos determinantes causales que van desde las debilidades estructuras mentales a las sociedades atrasadas. Esta siempre se expresa en términos del individuo. La concepción total se refiere a la ideología de una época o de un grupo histórico-social como las clases sociales, cuando interesa conocer las características y compasión de la estructura total de la mente de la época o del grupo.